FRICCIONES
Actualizado: GuardarDesde que en 2009 Chaves marchó a Madrid y dejó la Junta primero y luego la dirección del PSOE-A, los partidos andaluces viven en constante transición por el cambio de líderes. En tres años hemos visto salir de la primera plana a dirigentes que se pensaban eternos, no ya solo Chaves, también Javier Arenas. Quién se lo iba a decir hace tan solo un año, cuando las encuestas le señalaban como ganador absoluto en las elecciones autonómicas. Ahora le toca a Diego Valderas. El político de discurso rococó como le llamó la periodista Isabel Pedrote con gracioso acierto, hombre de gran perseverancia, ha decidido dejar paso en la coordinación general de Izquierda Unida en Andalucía a una nueva generación. Era lo convenido desde hace tiempo, pero el hecho de que Valderas ahora sea vicepresidente del Gobierno andaluz hizo barruntar otra reelección como coordinador.
Lo paradójica que es la política. Si Valderas no hubiera pactado una coalición con los socialistas y no estuviera con mando en plaza, como le gusta decir a él, esta transición en Izquierda Unida se hubiera visto normal. Le tocaba después de tres mandatos, era lo previsto. Y si Valderas no estuviera sentado en el Consejo de Gobierno lo estaría Javier Arenas. No hubiera tenido que dejar la dirección regional del PP. Estaría encumbrado como presidente andaluz y líder indiscutible de su partido, sin sombra de Cospedal. La cuestión es si en esa circunstancia el golpe que ahora le está asestando el caso Bárcenas hubiera sido más leve o más fuerte. Él hizo una larga campaña electoral especialmente dura contra Griñán por el caso de los ERE. El PSOE no hubiera tenido piedad. Ahora si la tiene es por aquello de no hacer leña del árbol caído.
Pero las circunstancias no fueron esas. Griñán sigue presidiendo la Junta y Valderas, a su lado. Este es otro dato que hizo pensar que Valderas seguiría como coordinador. Al PSOE desde luego le convenía para garantizar cierta tranquilidad de gobierno en la legislatura. Valderas ha sido clave en la conciliación de dos fuerzas que a lo largo de estos nueve meses ha sorteado varias fricciones. Una de ellas fue a causa del empeño de IU de que Griñán compareciera en la comisión de investigación de los ERE.
El deseo socialista de que siga al frente de IU contagió al propio Valderas. El político onubense lo ha intentado. Ha medido sus fuerzas y se ha dado cuenta de que su candidatura podría dividir a la coalición e incluso echar por tierra el acuerdo de gobierno con el PSOE. Con tres mandatos al frente de IU CA y casi treinta años con responsabilidades políticas de todos los ámbitos, Valderas tiene más que colmada su satisfacción por su trayectoria política. Le queda culminar la legislatura como vicepresidente de la Junta. Pero Valderas sabe lo complicadas que son las transiciones. Chaves apenas se habla con Griñán. Tampoco la relación entre Zoido y Arenas es como la de antes de la sucesión. Estas sí que son fricciones comparadas con las que haya podido haber entre PSOE e IU en el Gobierno. Y Valderas lo sabe.