Es el carril bici, estúpido
Actualizado: GuardarHay quien se marchita por la vida tratando de hallar su camino. No es fácil encontrarlo, lo sé. Yo muchas veces lo he buscado sin éxito, he creído que era y he debido abandonarlo o, cuando más a gusto estaba en él, se agotó o se cruzó con algo que, por esas cosas de la vida que ahora no vienen al caso, me obligó a abandonarlo.
No hace falta ser un gran filósofo, ni siquiera ser filósofo o, yéndonos al extremo, no hace falta ser ni grande, para que, al pasar por la avenida Juan Carlos I, te asalten pensamientos al ver caminar a los gaditanos que por tan borbónica vía caminan. Cuando voy por allí, en el mismo tono pausado con el que ahora tecleo este artículo y seguramente con las mismas preocupaciones sobre dragones hipotecarios y trasgos futbolísticos que usted o su vecino, observo a quienes se ven seguros (va de eso el artículo, no se hagan los sorprendidos) en su camino. Andan despreocupados y me causa sorpresa. Caminan empujando carritos de la compra o empuñando un cómodo 'McLaren' donde va su bebé y me irrito. También los hay que, para no cruzar solos por esta senda vital, se amarran a un animal que los va acompañando por la vereda. No sé si será por aquello de que con mis soledades voy, con mis soledades vengo, pero cuando contemplo en parejas, cuartetos, familias o pandillas a éstos que ya saben qué camino quieren transitar en la vida pido a los dioses que los castiguen con toda su fuerza.
Uno cree haber encontrado una senda marcada que parece cómoda, que le llevará a un lugar mejor, alejada por igual de la monotonía y el peligro. Me sucede todos los días, repito, en la avenida Juan Carlos I y por el Campo del Sur, un lugar más propicio a meditaciones crepusculares y que disculpa más la equivocación generalizada. Un camino sobre el firme de aceras vacías, un espacio angosto pero seguro, sin complicaciones. ¿Es el camino de la comodidad, del éxito, de la aceptación? No, es el carril bici, estúpido. Como en todo en la vida, los gaditanos preferimos seguir un camino ya marcado y que resalte, aunque sepamos que no es el nuestro y donde molestamos, antes que detenernos a un rato a pensar por qué carril nos iría mejor.