Códice Calixtino, capítulo I
El juez instructor del sumario por el expolio frustrado escribe una novela en la que se cuela el manuscrito
Actualizado: GuardarQue nadie se llame a engaño. Robar una joya bibliográfica como el 'Códice Calixtino' y luego esconderlo en un garaje, envuelto entre bolsas de basura y cartones, es una cutrez. Sobre todo si el autor del robo es un electricista con pocas luces. Con estos mimbres es difícil escribir un 'best seller' glamuroso. A lo sumo da para una historia de Mortadelo y Filemón. El juez que instruyó la causa del 'Códice', José Antonio Vázquez Taín, se sintió decepcionado por un expolio que acabó en un final de lo más vulgar. Como Vázquez Taín es muy novelero y quiere hacer justicia ha enmendado la realidad para que esta quede a la altura de Galicia y «su cultura milenaria». Dispuesto por lo que parece a reescribir la historia, el juez ha tomado la pluma para alumbrar una ficción que se titula 'Santiago. La leyenda del santo oculto' (Teófilo Ediciones). Vázquez Taín presentó ayer el libro en sociedad, una historia que por fin ha parido tras darle vueltas durante mucho tiempo. Lo malo es que otra vez la realidad le ha aguado la fiesta al juez. El mismo día en que el magistrado firmaba ejemplares y concedía entrevistas, el autor confeso del robo, José Manuel Fernández Castiñeiras, salía en libertad provisional de la cárcel de Teixeiro (La Coruña). El presunto mangante, por todos conocido como 'Manoliño do Rego', robó protagonismo al togado y le demostró que la última página del relato están aún por escribir.
La obra del juez es una novela histórica sobre el descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago que se desarrolla en el siglo IX. El 'Códice Calixtino' se asoma a la intriga, algo natural si se tiene en cuenta que el manuscrito tiene una íntima relación con la figura del apóstol. Pero quien se acerque a la novela con la intención de conocer secretos del sumario quedará defraudado. Vázquez Taín se ha metido muy bien en la piel del fabulador, aunque no es imbécil y quiere seguir conservando su puesto.
Sabedor de las diferencias entre el 'Códice Calixtino' y el 'El código Da Vinci', el juez se ha mantenido al margen de la fórmula del éxito y no ha urdido un argumento salpicado de «sexo y guerra de sotanas». Vázquez niega que haya oportunismo al presentar el libro justo cuando está terminada la instrucción del sumario. «Quien busque el morbo no va a disfrutar», avisa.
Como don Alonso Quijano, el juez ya está poseído por el veneno de las letras. En sus quince años de ejercicio, Vázquez ha investigado algunos asuntos de narcotráfico y el contrabando en la ría de Arousa le ha dejado una fuerte impronta. Por ahora por su mente solo vagan unas ideas brumosas, pero quién sabe si los tejemanejes de los amos de la droga no inspiran su segunda novela.