Un palestino hace el signo de la victoria ante un soldado israelí. :: AFP
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Los olvidados al otro lado del muro

Los palestinos ansían una coalición moderada en Israel que resucite el proceso de paz y ponga fin a la expansión de los asentamientos

RAMALA. Actualizado: Guardar
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Benjamín Netanyahu intensifica las reuniones con el resto de líderes políticos para formar el nuevo Gobierno de Israel. Los medios locales publican cada día informaciones sobre los planes de un primer ministro que tiene la opción de aliarse con la extrema derecha de Naftali Bennet o apostar por una coalición más moderada con Yair Lapid, periodista que lidera el partido Hay Futuro, la sorprendente segunda fuerza del Parlamento. Mientras, desde el otro lado del muro los palestinos siguen las negociaciones sin demasiada esperanza de que las cosas vayan a cambiar en el futuro próximo.

«No importa la coalición que formen sino que tengan realmente la intención de terminar con la ocupación para aplicar la solución de los dos Estados», señala en su despacho el ministro de Obras Públicas palestino, Mohamed Shtayyeh. Implicado en el proceso negociador desde hace dos décadas, Shtayyeh encabezó la delegación árabe en la Conferencia de Madrid de 1991 y piensa que «Israel no está interesado en dialogar, no quiere hablar de fronteras, Jerusalén, asentamientos o presos, ellos siguen adelante con la construcción de colonias y esto significa la destrucción del proceso».

El último mandato de Netanyahu ha estado marcado por «una política clara de enterrar del todo la solución de los dos Estados y por eso ha disparado la construcción de viviendas ilegales en lugares sensibles», critica Lior Amihai, responsable del observatorio de asentamientos de la organización Paz Ahora, especializada en temas relacionados de la ocupación desde hace 35 años. «Confiamos en que se forme una coalición moderada porque si sigue la extrema derecha estaremos ante un panorama horrible», sentencia Amihai.

En las calles de Ramala hay unanimidad respecto a las posibilidades de cambio tras las elecciones en Israel. En la céntrica plaza Manara, a pocos minutos de la 'muqata' donde descansan los restos de Yaser Arafat, Mohamed Fares espera a sus amigos. Este estudiante de Medicina de la Universidad de El Cairo acaba de regresar de Egipto y asegura que «los judíos tienen un plan único desde 1948 y nadie lo va a cambiar. No importa la persona que llegue al poder, todos apoyan la ocupación y seguirán adelante con el respaldo de la comunidad internacional». Nasser, ingeniero de 24 años, piensa lo mismo y apela a «Europa y EE UU para que pongan fin de una vez a esta injusticia».

Yair Lapid -el célebre periodista metido a líder político de un partido fundado hace ocho meses para los comicios- es el hombre del momento y durante la campaña ha insistido en que no formaría parte de ninguna coalición contraria a reactivar el proceso de paz, congelado desde hace cuatro años. «Queremos hechos, no palabras. Y de momento lo único que sabemos es que Lapid hizo un acto de campaña en el asentamiento de Ariel», sostiene Xabier Abu Eid, representante de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Interés secundario

El tema palestino parece muy alejado de las agendas de los partidos, centrados ahora en el debate sobre si los ultraortodoxos deben ir o no al servicio militar. Lapid pide «igualdad» entre todos los israelíes, «una petición que desvía la atención sobre el problema más grave que tenemos y que en algún momento deberá enfrentarse de forma seria: la ocupación», apunta el director de la organización 'Challenge', Mario Schejtman. Este extremo no lo comparte Asher Gold, del partido religioso Shas. «El proceso de paz es más un problema de los palestinos que nuestro. Tenemos nuestras preocupaciones domésticas, que son las que interesan al ciudadano, como ha quedado claro en estas elecciones», afirma.

El año 2012 fue el primero de los últimos cuarenta en el que ningún ciudadano israelí perdió la vida en Cisjordania por la violencia. A diferencia de lo que ocurre en Gaza, el presidente Mahmud Abás ha borrado la resistencia armada del mapa de esta parte de Palestina, pero esto tampoco parece haber sido suficiente para calmar las ansias expansionistas del Estado hebreo. Un comportamiento que Palestina amenaza con llevar ante la Justicia internacional después de su reconocimiento como nuevo Estado observador de Naciones Unidas.