Clinton se despide con una advertencia
Asume su plena responsabilidad en el atentado de Bengasi y alerta sobre la «seria amenaza» que supone el norte de África
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarDespués de haber volado en cuatro años el millón de millas aéreas que los viajeros más frecuentes acumulan en toda una vida, Hillary Clinton acudió ayer por última vez al Congreso para testificar como secretaria de Estado. Con la experiencia que le da haber visitado 112 países en el cargo, la que puede ser la primera presidenta de EE UU tenía mucho de que hablar, aparte de lo ocurrido en Bengasi, que es por lo que había sido convocada.
Clinton ha aceptado plena responsabilidad por los fallos de seguridad que hicieron posible los atentados, pero para ella eso es pasado. Su mayor preocupación es África en general, un continente donde «no tenemos activos significativos, apenas los estamos construyendo». El primer objetivo es tener «una buena base segura desde la que operar». Hasta el pasado 11-S, la CIA reunía las piezas de la inteligencia estadounidense desde un edificio «anexo» al consulado de Bengasi. Muchos sospechan que ese fue el motivo por el que los extremistas relacionados con Al-Qaida lanzaron esa noche un ataque sin precedentes contra la oficina diplomática. En el asalto murió el embajador Chris Stevens y otros tres norteamericanos.
Cuando el resto de los funcionarios se concentraron en el aeropuerto para ser evacuados, el propio Gobierno libio se sorprendió de cuánta gente trabajaba en ese consulado. «El número exacto es difícil de decir por nuestros amigos», dijo ayer Clinton, sin querer delatar a la CIA, la agencia que compartía en secreto esa ubicación. Su presencia ha complicado la transparencia de la que Clinton dijo ser partidaria. Cuando el senador Rand Paul le preguntó si desde allí se enviaban armas a Turquía y a otros países de la zona, la secretaria de Estado se sorprendió. «¿A Turquía? No lo sé, tendrá que preguntárselo a la otra agencia».
En esas claves hay que rastrear el papel de la CIA. Según 'The New York Times', EE UU se quedó a ciegas tras la apresurada salida en mitad de la noche de todo su personal, sin posibilidad de salvar nada. Una periodista de la CNN encontró semanas después el diario del embajador Stevens en los restos del consulado, quemado y saqueado. El FBI no se había atrevido a mandar a sus agentes por temor de atraer un nuevo ataque. A estas alturas los autores no han sido detenidos, a pesar de que Barack Obama prometió darles caza.
Mientras, se esforzaba en no perder de vista el fondo del asunto, un continente donde las 'primaveras árabes' han traído oportunidades democráticas «pero también serias amenazas».
Con una veintena de puestos diplomáticos desprotegidos en zonas peligrosas, esa es la verdadera preocupación de Clinton al despedirse del cargo, por el que recibió un amplio reconocimiento del Congreso. «Esto va a ser muy serio», advirtió. «No podemos permitir que el norte de Malí se convierta en el nuevo santuario de Al-Qaida».