LOS DEMÁS, MIRANDO
Actualizado: GuardarCon más respeto institucional que boato protocolario, el presidente Obama, el hombre más poderoso de la Tierra, fue 'coronado' ayer para su segundo mandato. Como es mucho mejor predicador que gestor, su discurso fue impecable. Se acordó de los desheredados, acogió a los excluidos, consoló a los diferentes y exaltó los ardores patrios. La primera vez que asumió el poder, hace ahora cuatro años, lo hizo en medio de la crisis financiera más destructora que hayamos visto jamás.
Esta segunda, el peligro no es menor, pero procede de un enemigo distinto. Ahora, el presidente Obama deberá lidiar con sus oponentes políticos para evitar caer en lo que se ha venido denominando el 'abismo fiscal'. A pesar de ello, la economía fue un asunto más bien marginal en el primer discurso de su segundo mandato.
Sin embargo, en cuanto se apaguen las luces de los merecidos fastos, no le quedará otro remedio que aplicarse con ella. El debate actual es de planteamiento diabólico y de resultado incierto. Por un lado, los republicanos están demasiado 'escocidos' con sus dos derrotas consecutivas y no quieren darle cuartel a quien desprecian por incompetente. La anterior pudieron endosársela a la herencia maldita de Bush Jr., pero con esta se relamen las heridas sin consuelo.
Y es que la alternativa es mala. ¿Qué se debe hacer para reactivar la economía americana? Los demócratas quieren subir los impuestos y aumentar los gastos, una mezcla de keynesianismo y socialdemocracia. Por su parte, los republicanos exigen detener la sangría del gasto público, que alcanza cifras cósmicas y prefieren dejar el dinero en el bolsillo de los ciudadanos. De los ciudadanos que tienen dinero en sus bolsillos, claro está.
Si no hay acuerdo, se pararán muchas ayudas y desaparecerán algunas desgravaciones fiscales. En resumen, el frenazo económico americano puede ser histórico. Pero si continúan dándole sin parar a la máquina de hacer dinero, el déficit americano, que ya es de tamaño descomunal, puede convertirse en incontrolable. Si no lo es ya.
Claro que los norteamericanos tienen dos ventajas impagables. No solo imprimen su propio dinero, sino que este es comúnmente aceptado en todo el orbe. Pero si un día estalla el agujero de su deuda, en comparación con sus consecuencias, la crisis actual se convertiría en una anécdota graciosa. De momento, parece que todos se conforman con posponer el acuerdo. Pero eso no es una solución, es una simple chapuza. Y el resto del mundo... mirando con interés.