«No pintáis nada aquí, sois argelinos y solo queremos extranjeros»
El Gobierno califica de «éxito» la operación en la planta de gas de In Amenas y sostiene que los terroristas querían «volar» las instalaciones
Actualizado: GuardarArgelia se despertó ayer con el sobresalto de quien se escapa de una pesadilla. Las calles de la capital eran un hervidero en el que centenares de vecinos se agolpaban frente a los kioskos para conocer los detalles de la operación del Ejército que puso fin al asalto de un grupo de islamistas radicales contra las instalaciones de gas de la localidad de In Amenas. Interrogantes como la aparente facilidad con la que los fundamentalistas accedieron al lugar y la sospecha de posibles cómplices se entremezclaban con el dolor por la muerte de al menos 23 rehenes, varios de ellos extranjeros. Una cifra que prosigue en aumento a medida que los soldados avanzan con el desminado y la inspección de la zona.
Otros 25 cadáveres sin identificar fueron hallados ayer en la planta de gas, según informó el canal de televisión Ennahar. Las autoridades no han confirmado la noticia, si bien el ministro de Comunicación, Mohamed Said, advirtió de que el balance de víctimas es provisional y lo más probable es que se incremente en las próximas horas.
La operación, defendida por los gobiernos de Francia y Reino Unido pese al resultado final, ha sido considerada «inevitable» por los líderes argelinos. «Ha habido pérdidas que lamentamos, pero globalmente ha sido un éxito», aseguró Said tras recordar que su Ejecutivo tiene como norma «no negociar nunca con los terroristas» y reconocer que los asaltantes «planeaban volar» el lugar, con lo cual la matanza habría sido mayor de no haber intervenido.
Por primera vez desde que se produjo el ataque el pasado miércoles, 'Los firmantes de sangre' -el grupo al que se le atribuye lo ocurrido- difundieron un mensaje de vídeo en el que su líder y antiguo fundador de Al-Qaida en el Magreb Islámico, Mojtar Belmojtar, asumía la autoría del secuestro. Vestido con un uniforme militar, sin turbante y desarmado, el insurgente manifestó que la acción se produjo en represalia por la intervención internacional contra las milicias fundamentalistas en Malí. «Nosotros, Al-Qaida, anunciamos esta operación sagrada», afirmó, al tiempo que se ofreció a «negociar con Occidente y Argelia» si se detienen los bombardeos en el país vecino y se libera al egipcio Omar Abdel Rahman, conocido como 'el jeque ciego', y la paquistaní Aafia Siddiqui, alias la 'dama gris de Bagram'. Ambos están condenados en EE UU por terrorismo.
Aunque se creyó que todos los atacantes habían muerto durante la operación, fuerzas especiales del Ejército habrían capturado con vida a cinco miembros del grupo yihadista, según detalló una fuente de los cuerpos de seguridad. Los insurgentes, antes de hacerse con el control de la planta, pretendían secuestrar a un grupo de extranjeros que salían de las instalaciones en un autobús. Los escoltas repelieron el asedio pero un británico y un argelino murieron a causa del fuego cruzado. El conductor, Iba el-Haza, contó ayer a AFP que los islamistas hablaban diferentes dialectos árabes: «Por sus acentos uno era egipcio, otro tunecino, otro argelino y uno hablaba en inglés». «Los terroristas nos dijeron: 'No pintáis nada aquí, sois argelinos y musulmanes. No os vamos a retener, solo queremos extranjeros'», recordó.
Ataques a sangre fría
Una vez dentro del complejo de In Amenas -operado por el gigante estatal Sonatrach, la firma británica BP y la compañía noruega Statoil-, los insurgentes recorrieron palmo a palmo el lugar en busca de extranjeros. «Uno de ellos gritó 'Open the door' ('¡Abran la puerta!') con acento estadounidense y después disparó», relata un testigo que presenció el asesinato de varios ciudadanos nipones.
«En total murieron nueve japoneses», sostuvo. No obstante, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Tokio prefirió guardar silencio a la espera de que se confirme qué ha ocurrido con diez de sus compatriotas que se encuentran en paradero desconocido.
Sobrevivir a la matanza resultó igual de traumático para Stephen McFaul, de 36 años y oriundo de Belfast. Su madre contó ayer al 'Sunday Mirror' cómo su hijo, obligado a llevar un cinturón de explosivos, logró escapar cuando el convoy de los secuestradores fue atacado el jueves por soldados argelinos. «Tendrá pesadillas durante toda su vida después de las cosas que vio», lamentó. Aún mayor es el desconsuelo de los familiares de Kenneth Whiteside, de 59 años y procedente de la localidad escocesa de Glenrothes, por su trágica muerte. Sobre todo después de conocer que un compañero argelino vio cómo disparaban al británico mientras encaraba con valentía a sus captores.