Baja Sajonia, primer asalto del año electoral alemán
La CDU de Merkel y el SPD de Steinbrück miden mañana sus fuerzas de cara a los comicios generales del próximo septiembre
BERLÍN. Actualizado: GuardarLas elecciones de mañana en el 'land' de Baja Sajonia, en el norte de Alemania, son más que unos comicios regionales. Representan la primera prueba de fuego en el reñido pulso que mantienen la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel y los socialdemócratas (SPD), capitaneados por el exministro de Finanzas durante la pasada 'gran coalición', Peer Steinbrück.
La tensión en el segundo Estado federado más poblado del país se palpa en el ambiente. Nunca antes unas elecciones en este 'land' habían provocado tanta expectación. Mañana, cerca de 6,1 millones de personas acudirán a las urnas para decidir si revalidan la fórmula de gobierno encabezada por el cristianodemócrata David McAllister, en coalición con los liberales (FDP), o si por el contrario favorecen un futuro ejecutivo compartido por el SPD y Los Verdes.
El paralelismo con las elecciones que se celebrarán a finales de septiembre en Alemania resulta asombroso, y los expertos esperan con anhelo el desenlace en una Baja Sajonia ascendida en esta ocasión al rango de barómetro nacional.
Ni la CDU ni el SPD contarán con el apoyo suficiente para gobernar, por lo que necesitarán a un socio tanto en el 'land' norteño como al frente de la Cancillería de Berlín. La gran pregunta es con quién aliarse. El actual acompañante de la CDU en el poder se encuentra en caída libre en todos los sondeos. A nivel nacional, se quedaría fuera del Bundestag (Cámara Baja) con un 4%, según el último sondeo del instituto demoscópico Infratest. En las elecciones regionales mantendría su presencia por los pelos, con un 5%.
En Baja Sajonia, las últimas encuestas reflejaban un empate entre las dos posibles coaliciones de gobierno (CDU-FDP y SPD-Verdes). Los socialdemócratas obtendrían un 33% de los votos y Los Verdes, un 13%. La CDU aspira a lograr un 41% y sus socios liberales, un 5%.
El primer ministro de Baja Sajonia, el conservador David McAllister, se ha sabido ganar el cariño del electorado. Accedió al cargo en 2010 después de la elección del entonces primer ministro del Estado, Christian Wulff, para la presidencia federal de Alemania gracias al decisivo apoyo de la canciller. Desde entonces, la popularidad de McAllister, de 42 años y padre escocés, ha subido como la espuma. Tanto, que su nombre suena como posible relevo de Merkel al frente de las filas cristianodemócratas.
Sin embargo, la simpatía de los ciudadanos no será suficiente si no consigue la mayoría para gobernar. De esta manera, McAllister se puede quedar compuesto y sin novia, entregando un gran triunfo a los socialdemócratas. Y eso que el SPD se está viendo aquejado de un mal inicio de su candidato a la Cancillería, Peer Steinbrück, que no hace más que perder apoyo.
Polémica en el SPD
El exministro de Finanzas se ha visto envuelto en una serie de polémicas sobre sus remuneraciones extras como ponente en conferencias y por declaraciones desafortunadas en las que consideraba necesario subir el sueldo de canciller. A pesar de estas torpezas, el SPD cierra filas en torno a su teóricamente ya inevitable cabeza de cartel. «Steinbrück es el candidato a la Cancillería, antes y después de las elecciones de Baja Sajonia», declaró el presidente de la fracción parlamentaria socialdemócrata, Frank-Walter Steinmeier.
No parece que vaya a ocurrir lo mismo en el caso de que el FDP se quede finalmente fuera del Parlamento de Baja Sajonia. Todo apunta a que, si eso ocurre, la cabeza del actual líder del FDP y ministro de Economía, Philipp Rösler, sería la primera en rodar. El socio de Merkel sucedió en el cargo al frente de los liberales al ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, al que se consideraba como la causa de la caída del partido. Pero con Rösler las cosas no cambiaron. El titular de Economía se afana por recordar que en Baja Sajonia no le van a votar a él. «En las elecciones de Baja Sajonia se trata de Baja Sajonia, no de mí», declaró al diario Die Welt.