Obama se reviste de poderes ejecutivos para combatir las armas
El presidente presenta hoy su plan de control para evitar matanzas como la de Newtown, en la que murieron 20 niños y siete adultos
NUEVA YORK. Actualizado: Guardar«Por un lado parece que hace un año; por el otro, lo siento como si hubiera sido ayer», confesó el lunes Nicole Hockley. Había pasado exactamente un mes desde que puso a su hijo Dylan, de 6 años, en el autobús escolar a Sandy Hook y no volvió a verlo hasta que lo recogió en la morgue. Los padres de Newtown que han pasado las Navidades más tristes de su vida se recompusieron esta semana para hablar en público de su dolor por primera vez, bajo un juramento: Nunca más.
Pasado el primer luto, Barack Obama se dispone hoy a hacer buena la promesa que les hizo cuando a él mismo se le escapaban las lágrimas ante tantos padres torturados. El presidente se ha armado de poderes ejecutivos para presentar un plan de control de armas con el que espera prevenir otras masacres. Será, auguraba ayer 'The New York Times', «la mayor pelea por el control de armas que se haya visto en el Congreso en dos décadas».
El rotativo del Estado que ayer mismo aprobó una de las leyes de control de armas más duras del país, advertía ayer al mandatario que tiene en sus manos la gran oportunidad de toda una generación. Las caras de esos 20 niños no se olvidan fácilmente, particularmente ahora que sus padres sacan sus fotos por bandera.
Nicole contó el lunes el vacío de su despertar por las mañanas, cuando «por un momento todo parece igual y en seguida te das cuenta de que nunca será igual». El espejismo del amanecer se rompe cuando estira los brazos para acariciar a su pequeño, que solía deslizarse en su cama para enroscarse entre sus brazos. Ya no está. Nunca volverá a estar. «Es tan difícil hacerse a la idea...», se resignó. Todavía busca su mano al cruzar la calle.
Sabe que pasará mucho tiempo hasta que acepte que no lo verá crecer, pero lo que no quiere es tener que reconfortar a otros padres que pasen por lo mismo. Por eso forma parte de la organización La Promesa de Sandy Hook, creada por estos padres que se retuercen de dolor pero sacan fuerzas para honrar la memoria de sus hijos. «Nuestros corazones están rotos, nuestro espíritu no», dijo con voz temblorosa Nelba Marquez Greene, que ese viernes 14 de diciembre puso dos niñas en el autobús y sólo pudo recoger una.
Nicole y su marido han averiguado desde entonces algunos detalles de la matanza que les han reconfortado. Según una de las primeras personas en entrar a la clase donde encontraron los cuerpos, el de su hijo estaba en los brazos de su maestra, Anne Marie Murphy, que también murió en el ataque. Así es como sabe que murió «rodeado de cariño hasta el final».
Batalla legislativa
Sus figuras, como las de algunas celebridades, serán claves para la larga guerra en la que Obama se embarca hoy. El propio líder demócrata del Senado, Harry Reid, ha dicho que no tiene votos ni para renovar el veto sobre las armas de asalto. Por eso algunos de sus colaboradores, como su exjefe de gabinete y alcalde de Chicago Rahm Emanuel, proponen que quite de la mesa ésta y otras medidas «menores» con órdenes ejecutivas y concentre la batalla legislativa en algo mayor.
Se trata de cerrar las lagunas legales que permiten la venta de armas sin comprobar siquiera el historial delictivo, de poner límites a las importaciones, a las ventas por internet, a alejarlas de los perturbados mentales, a ilegalizar los tambores de alta capacidad que permiten disparar cien balas en 90 segundos y, en definitiva, a poner orden en el desbocado apetito por las armas de sus compatriotas, que desata orgías de sangre por doquier.