El-Asad cierra cualquier opción de diálogo con la oposición armada
El presidente sirio se dirige a la nación con una propuesta de paz que recibe el rechazo de sus detractores y de la comunidad mundial
Actualizado: GuardarSeis meses después de su última intervención pública, Bashar el-Asad volvió a situarse tras un atril para dirigir un discurso a la nación siria. Cambió el Parlamento por la Ópera de Damasco, en pleno centro de la capital y cerca de la sede del Estado Mayor donde son muy claras las huellas del atentado de septiembre en el que murieron cuatro personas. Ante un aforo de mil personas, la mayor parte estudiantes, y con un escenario decorado con una bandera nacional formada por fotografías de ciudadanos caídos en los 21 meses de revuelta, el presidente mantuvo el mismo tono desafiante de siempre en la presentación de lo que los medios oficiales calificaron de «iniciativa de paz».
El-Asad dibujó las líneas maestras para una hoja de ruta de solución del conflicto que entraría en vigor en el mismo momento en que «cesen el apoyo financiero y el suministro de armas a los terroristas», calificativo que emplea desde el comienzo de la crisis para los miembros de la oposición armada y que, en su opinión, constituyen «un juguete en manos de Occidente». El final de este apoyo externo abriría las puertas a la convocatoria de una conferencia global, una especie de «diálogo nacional» entre el régimen y «aquellos que no han traicionado a Siria».
Las negociaciones entre El-Asad y sus detractores serviría para «elaborar un Gobierno de transición» y la preparación de una nueva Constitución. La formación del Gobierno habilitaría la convocatoria de unas nuevas elecciones parlamentarias y la aplicación de una «amnistía general». Demasiados condicionantes para una hora de alocución que ponía punto y final a los rumores sobre el supuesto exilio del mandatario a las montañas alauíes -secta a la que pertenece- del norte del país de Bashar. El discurso fue interrumpido en varias ocasiones por los aplausos y los gritos de ensalzamiento a Alá, el Ejército y el presidente por parte de unos asistentes entregados por completo.
El-Asad tiene el plan en su cabeza, pero sus palabras no llegan a oídos de la oposición. No hay un puente posible entre los dos bandos enfrentados a muerte desde marzo de 2011. Pese a los 21 meses de revuelta y a los 60.000 muertos, según los últimos datos de Naciones Unidas, su tono sigue siendo firme, sin concesiones a los opositores. El presidente se siente fuerte gracias al apoyo sin fisuras que hasta el momento muestran Irán, Rusia y China, a quienes agradeció su respaldo en la lucha contra «la injerencia de Occidente». Y es que el régimen de Damasco se sostiene debido al respaldo de Moscú, Teherán y Pekín, un cinturón de seguridad que permite al presidente mantener su tesis de que toda la oposición es «terrorista» y de que la única solución pasa por las reformas que propone su Ejecutivo. Ni una palabra de autocrítica, ni una referencia a la pérdida de control de gran parte del territorio, prácticamente ni una sola mención a los millones de refugiados y desplazados. Por ese motivo, sus palabras -seguidas por «350 millones de televidentes y difundidas por 110 canales de televisión y radio», según los medios oficiales, y que elevaron el apellido #Assad a 'trending topic' en Twitter- recibieron el rechazo frontal de la oposición.
«Ningún avance»
Abdelbaset Seida, miembro de la ejecutiva de la Coalición Nacional de Fuerzas de la Revolución y la Oposición Sirias, aseguró a la agencia Efe por vía telefónica que el plan para una solución política presentado por el mandatario supone «una regresión respecto a sus compromisos anteriores». A juicio de Seida «los últimos esfuerzos del mediador internacional Lajdar Brahimi y los contactos con Estados Unidos y Rusia no han llevado a ningún avance».
Tampoco resultaron diferentes las reacciones de la comunidad internacional. El ministro británico de Asuntos Exteriores, William Hague, tildó de «hipócrita» el discurso del presidente al argumentar que «las muertes, la violencia y la opresión en las que está sumida Siria las ha creado él, y sus promesas vacías de reforma no engañarán a nadie». El mensaje de Hague sigue la misma línea del anuncio realizado por el primer ministro David Cameron que se mostró rotundo en declaraciones a la BBC: «Mi mensaje a El-Asad es: vete».