Tribuna

Los tres sobres

PARLAMENTARIO ANDALUZ DEL PSOE Actualizado: Guardar
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O le dieron los sobres equivocados o miente desde el principio. Conocerán la historia de los tres sobres numerados, que le entregó su mejor amigo y asesor político al presidente del gobierno, para que le sirvieran de ayuda en su difícil tarea, con la recomendación de que los guardara y sólo los abriera cuando tuviera graves problemas y no supiera cómo hacerles frente.

Cuando las cosas se pusieron feas de verdad, siguiendo el consejo recibido, abrió el primer sobre en busca de respuestas, y las encontró: «Echa la culpa al gobierno anterior, a la herencia recibida». Así lo hizo y salió del paso por un tiempo, hasta que la realidad terca le llevó en pocos mese a unos conflictos aun mayores, por lo que abrió el segundo para descubrir qué le recomendaba: «Asume el firme compromiso de estudiar seriamente los problemas y poner todo el empeño en resolverlos». Así lo hizo, pero empezó a ver caras de desapego y desconfianza.

En apenas un año de legislatura la crisis se hacía cada vez más profunda y ya había abierto los dos primeros sobres, remoloneó algún tiempo intentando no abrir el tercero, hasta que no pudo aguantar más. Cuando al fin lo hizo sus problemas se multiplicaron, pero él se negó a seguir la recomendación recibida: «Vete preparando tres sobres para quien te suceda».

Rajoy debió abrir primero, por error propio o inducido, el segundo sobre porque en sus primeras declaraciones como presidente del gobierno manifestó: «Ser consciente de la situación, conocer la herencia recibida y asumir el firme compromiso de hacer frente a los problemas, confiando en resolverlos con dedicación y entrega».

Con la determinación mesiánica de un ultra-neoliberal de rompe y rasga se puso a la tarea de desmantelar las esencias de lo público, desde la salud a la dependencia, desde la educación a las relaciones laborales, desde la justicia a la fiscalidad. Por encima y por debajo del programa electoral, por delante y por detrás de sus compromisos de gobierno; ha subido los impuestos y las tasas, ha recortados prestaciones sociales y derechos ciudadanos. El incremento desbocado del paro, el desmantelamiento de los servicios, la rebaja de las pensiones y los escándalos del sistema financiero han aniquilado su margen de confianza y agotado la paciencia de los ciudadanos, empujándolo a buscar soluciones en un nuevo sobre.

Recientemente, con motivo del balance de su primer año como presidente, parece que ha abierto el primero, porque ha imputado toda la responsabilidad a «la herencia recibida». Un año es mucho tiempo para seguir mirando para atrás, en medio de una crisis brutal, que está siendo aprovechada para imponer un modelo ideológico fracasado, cuyo norte principal son las expectativas de negocio en la gestión de los servicios públicos esenciales.

Un año ha sido suficiente para deteriorar la calidad de vida, hacer lo contrario de lo prometido, multiplicar las cifras del desempleo, menoscabar la calidad de los servicios y condenar a los jóvenes al destierro. Los estudios de opinión certifican que en este tiempo ha gastado toda la pólvora y ya sólo le queda escribir su legado, aunque es muy posible que se resista por un tiempo, jaleado por los 'hooligans' del partido y del gobierno, que fabrican a diario protestas y manifestaciones de profesores y médicos, de pensionistas y parados.

Termina 2012, el año del cangrejo, en el que todo ha ido hacia atrás, hasta poder afirmar con resignación y conocimiento de causa: «¡Al fin lo logramos!, todos chinos». Hemos conseguido nivelarnos, por abajo en derechos, libertades y calidad de vida, con el nuevo gran imperio del sol naciente, con la pequeña diferencia de que ellos van mejorando y nosotros de culo y cuesta abajo. A estas alturas tenemos unas relaciones laborales, unos servicios y prestaciones, una calidad de vida como los chinos.

En la confluencia hasta hacemos cursos formativos conjuntos de expertos en cuentas opacas, evasión de capitales y paraísos fiscales, con ejemplos prácticos de cómo salir de la cárcel en quince días limpios de polvo y paja, mientras que otros desafortunados permanecen entre rejas durante meses y meses, por ir con el paso cambiado y colaborar con la justicia aportando la lista de titulares de cuentas corrientes en bancos suizos, donde insignes patriotas ponen a buen recaudo los beneficios obtenidos con «el sudor del de enfrente».

De vez en cuando, con motivo de alguna batalla política en defensa de la patria, de la fe o la bandera, el coro mediático de guardia se afana en pregonar otras listas de evasores caídos en desgracia, siempre precedidos por el calificativo de 'presuntos', más como cautela jurídica para eludir las posibles querellas de los mencionados en defensa de su honor, que para garantizar la presunción de inocencia.

Estos defensores de las esencias nacionales y nacionalistas, cuando la ronda de policías, jueces y fiscales visita a sus amigos, ya saben que 'la risa va por barrios', se rasgan las vestiduras en las tribunas de opinión, descalifican el trabajo de los servidores públicos por perseguir sin fundamento a tan insignes y respetables ciudadanos y se ponen por montera el estado de derecho, mientras que derraman lágrimas de cocodrilo por el «¿a dónde vamos a llegar?».

Mientras, la esperanza sobre la calidad democrática se refugia en unas redes sociales caóticas y contradictorias, donde conviven la verdad y la mentira, el rigor y el esperpento, porque el digno e imprescindible oficio del periodismo está amenazado de muerte y con él la información independiente, suplantada por un torrente de versiones de la 'ideología única', emitidas por mercenarios cómodamente instalados en la nómina de grandes corporaciones financieras, que antes condicionaban la línea editorial y la información a través los compromisos publicitarios y ahora lo hacen desde sus cómodos asientos en los consejos de administración de los propios medios.