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Dimite el número dos de Egipto
El vicepresidente agrava con su salida del poder la crisis política en plenas votaciones del referéndum constitucional
Actualizado: GuardarMohamed Mursi sigue saboreando las consecuencias de sus polémicas y arriesgadas maniobras para aprobar a toda prisa la nueva Constitución. Su vicepresidente, Mahmud Mekki, presentó ayer su dimisión en plena jornada electoral y aseguró que piensa dejar el cargo en cuanto se apruebe la Carta Magna, ya que la figura del vicepresidente desaparece del documento. Mekki, juez de profesión, también subrayó que «la naturaleza de la política no concuerda con mi génesis profesional», lo que parece indicar que las últimas decisiones del presidente, que se blindó con un decreto ante la justicia para impulsar la aprobación del texto, podrían haber influido en su decisión. Aquel decreto de Mursi -ya rescindido- y el texto de la Carta Magna, redactado por una Asamblea Constituyente dominada por los grupos islamistas, han provocado una rebelión entre el Poder Judicial, que ha acusado al presidente de querer entrometerse en su independencia.
En protesta, la gran mayoría de los magistrados egipcios han boicoteado la cita electoral que, según la ley, tendrían que haber supervisado. Esta huelga de jueces obligó a dividir en dos fases el referéndum, la segunda y última de las cuales se celebró ayer sin apenas incidentes en 17 provincias. Mekki, de 58 años, aseguró ayer en un comunicado difundido por la televisión estatal que ya había presentado su dimisión el 7 de noviembre, pero que entonces no fue aceptada por el «ambiente de preocupación» que reinaba en el país. El hecho de que haya anunciado su dimisión cuando aún quedaban varias horas para que se cerraran las urnas ha despertado, sin embargo, ciertas sospechas en Egipto.
La Constitución promovida por el presidente Mohamed Mursi pasó su última prueba la pasada jornada ante una dividida ciudadanía, que acudió a las urnas para probablemente aprobar el futuro marco legal del nuevo Egipto. Los resultados no oficiales de la primera ronda del referéndum, que se celebró el pasado 15 de diciembre, dieron la victoria al 'sí', aunque con un porcentaje bastante ajustado que apenas rozó el 57%. Se espera, sin embargo, que los defensores de la nueva Carta Magna amplíen su margen, ya que las provincias en las que se votó ayer el documento tienen un carácter más rural y resultan más inaccesibles para la oposición laica. Los Hermanos Musulmanes, los grandes valedores de este texto, se han movido hasta ahora como pez en el agua en estas regiones, pero que se ha ido erosionando con la exposición al poder, por lo que el referéndum va a servir también para determinar el grado de desgaste de la cofradía islamista.
Plan de austeridad
El presidente defiende la nueva Constitución como instrumento para avanzar en la estancada transición del país. En ese sentido, se prevé que las elecciones legislativas se celebren dos meses después de la aprobación de la Constitución y antes o después Mursi necesita poner en marcha un plan de austeridad que le exige el Fondo Monetario Internacional para poder acceder a un préstamo millonario que la maltrecha economía egipcia espera como agua de mayo. Las subidas de impuestos que requerirán esos ajustes no son precisamente caramelos electorales para los Hermanos Musulmanes, de los que procede el presidente, por lo que la presión sobre Mursi para que acabe con todo este proceso cuanto antes es mayúscula.
El referéndum viene precedido de semanas de inestabilidad social y política en el país y se enfrenta al rechazo absoluto de la oposición no islamista, en su mayoría unificada en el Frente de Salvación Nacional, que considera que la nueva Carta Magna no protege bien algunas libertades individuales y da un papel más predominante a la sharia (ley islámica).