Egipto empieza a votar sin ilusión
Largas colas y denuncias de fraude por la oposición en el primer día de consulta sobre la Constitución
EL CAIRO. Actualizado: GuardarSin la alegría de otras citas, cansados y más divididos que nunca, los egipcios acudieron ayer de forma masiva a las urnas para votar la nueva Constitución, un texto que según sus impulsores traerá estabilidad al país, pero que no representa a todos los ciudadanos, aseguran sus detractores. La cita que debía culminar esta complicada transición se sentía sin embargo apenas como un punto y aparte en la narrativa de esta incipiente democracia, un inciso que difícilmente traerá la tan necesaria paz a la escena política y social egipcia.
Las interminables colas, que obligaron a retrasar cuatro horas el cierre de los colegios, recordaban las de aquel primer día de los comicios legislativos, hace algo más de un año. Pero en las caras largas de muchos votantes podía leerse cuánto ha cambiado el estado de ánimo de los egipcios desde entonces, y qué lejos ha quedado la ilusión de aquellos días.
Tras semanas de violencia y feroces campañas de propaganda y difamación entre seguidores y opositores al presidente Mohamed Mursi y a la Constitución impulsada por él, muchos ciudadanos llegaban a las urnas como el que entra en una trinchera, con la sensación de que las diferencias son cada vez más irreconciliables. «Mursi dijo que sería presidente de todos», recordaba Christine Lucas, «pero cinco meses después nos encontramos con esta Constitución, impuesta por los islamistas y que ha dividido el país como nunca antes», señalaba esta votante cristiana mientras marcaba en su papeleta el círculo rojizo del 'no'.
Los colegios abrieron a las 8 de la mañana custodiados por más de 120.000 militares y otros tantos policías. Fueron desplegados por orden del presidente en previsión de enfrentamientos como los de las últimas semanas, que dejaron al menos una decena de muertos. Los continuos sobresaltos han decantado muchos votos a favor de un texto que identifican con la estabilidad, el mismo mensaje que los Hermanos Musulmanes han machacado en las últimas dos semanas, y que defiendeJaled Ali, votante en el popular barrio de Sayida Zeinab. «Votamos sí, y después votaremos un Parlamento, y un consejo de la Shura, y poco a poco iremos construyendo las instituciones del Estado. Pero hay que empezar por algo, no se puede decir 'no' a todo. Si la Constitución no es perfecta, ya la cambiaremos».
A pesar de los choques de la jornada anterior en Alejandría y las advertencias de algunos opositores, que habían presagiado escenarios apocalípticos si el referéndum seguía adelante en la fecha prevista, los egipcios volvieron a demostrar su talante pacífico. El incidente más destacado ocurrió cuando cientos de seguidores del jeque salafista Hazem Abu Ismail atacaron la sede del partido nacionalista Al Wafd en El Cairo, en una acción en la que resultaron heridos cuatro miembros de este partido, entre ellos su secretario general, Fuad Badrawi. Una decena de coches resultaron dañados en el ataque, además de la mezquita que tiene el partido en su sede, así como algunas ventanas, aunque tras la aparición de la policía los salafistas abandonaron el lugar.
Dos partes
El plebiscito se ha dividido en dos sábados consecutivos por el boicot de gran parte de los jueces que deben supervisar la cita. Ayer votaron 10 provincias y las ciudades más pobladas, como la capital y Alejandría. Las 17 restantes lo harán el día 22.
La limpieza del referéndum, que se ha organizado en 15 días y en medio de la peor crisis de la transición, preocupa a muchos egipcios, especialmente a la oposición. Las prisas han impedido que observadores internacionales como el Centro Carter o la Unión Europea tuvieran tiempo de organizar misiones, aunque varias ONG locales sí han podido visitar los centros. Muchos votantes recelaban de los jueces encargados de supervisar las mesas, a los que pedían su identificación, especialmente después de las denuncias del movimiento 6 de Abril, que dijo haber detectado a funcionarios haciéndose pasar por jueces. El Frente Nacional de Salvación, que une a gran parte de la oposición no islamista, habló de urnas no selladas, papeletas sin timbrar o supuestos miembros de los Hermanos Musulmanes intentando influir en el voto.
En los casi dos años de transición, la cofradía islamista ha ganado toda cita electoral a la que se ha presentado, pero su apoyo se ha ido reduciendo. Su maquinaria puede hacer pensar que serán capaces de movilizar a suficientes votantes, sobre todo en zonas rurales donde otros grupos tienen difícil acceso, para sacar adelante la Carta Magna.