Apuntes

Pierden el derecho

Los trabajadores de Navantia pueden exigir más carga de trabajo, pero en el momento que lo hacen con violencia y perjudicando a toda la Bahía, quedan deslegitimados

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El episodio vivido ayer en el entronque del puente Carranza volvió a recuperar imágenes que parecían olvidadas. Los trabajadores de Navantia son muy activos a la hora de reivindicar carga de trabajo para los astilleros. Históricamente lo han sido y durante años se ha creado un halo de solidaridad y apoyo hacia ellos en la Bahía, pese a emplearse en no pocas ocasiones con excesiva violencia. Afortunadamente, en los últimos tiempos estaban siendo más comedidos en sus reivindicaciones. Los episodios realmente violentos parecían haber pasado a mejor vida. Pero ayer volvieron a protagonizarlos con toda su virulencia. Piedras, tornillos y bolas de acero se cruzaron en el aire con los botes de humo y las pelotas de goma de la policía. El resultado, tres agentes heridos y los accesos a la capital colapsados durante horas.

Han perdido la razón. Están en su pleno derecho de reivindicar lo que entiendan mejor para sus puestos de trabajo. Vivimos en un estado de Derecho que contempla multitud de mecanismos para defender los derechos de los trabajadores. De hecho, las protestas se están sucediendo en todos los sectores, desde los médicos, a los funcionarios, jueces o profesionales de la enseñanza. Pero todos ellos lo hacen con responsabilidad, con coherencia.

En el momento que un colectivo utiliza la violencia y aprovecha la posición estratégica de su centro de trabajo -pegado al principal acceso a la ciudad- para sus intereses, queda deslegitimado. Los ciudadanos de toda la Bahía no tienen que soportar el desorden que provocan cada vez que ellos así lo decidan. La actuación de la Policía en días como el de ayer está perfectamente justificada. Tal y como afirmaba el subdelegado del Gobierno, se trata simplemente de que cumplan la ley, de racionalizar las protestas. De lo contrario, si todos los trabajadores siguieran la misma estrategia, todo sería un caos.