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Berlusconi dice que se va si Monti se presenta
En uno de sus memorables 'shows' ofrece por sorpresa al primer ministro italiano el liderazgo de un bloque conservador
ROMA. Actualizado: GuardarBerlusconi tuvo ayer uno de sus días inspirados en medio de la pista central del circo, que es lo que más le gusta y mejor se le da. Desde que ha vuelto por sus fueros acapara cada día toda la atención. En la presentación de un libro se embarcó en uno de sus 'shows' arrebatadores e imprevisibles, donde puso patas arriba en una hora todo el cuadro político italiano, ya convulso de por sí en este momento. La gran sorpresa, si es que no se desmiente a sí mismo tras el cierre de esta edición, desbarató todas las previsiones: estaría dispuesto a retirarse de la carrera electoral si Mario Monti, a quien ha estado dando cera en los últimos días, aceptara guiar una gran coalición de centroderecha. Todo para frenar a los comunistas.
Entre sus clásicos ataques a la magistratura, la prensa y, de nuevo, Alemania, Berlusconi volvió a demostrar que es el gran prestidigitador de la política italiana, manejando todos los hilos, jugando en varias mesas a la vez y volviendo locos a sus adversarios. Aunque cabe la sospecha de que estemos ante sus últimos números y ya no pique nadie, pero nunca se sabe. Desde luego, parece difícil que a Monti, ya reacio a entrar en política, le pillen en esta, mucho menos con los encantos envenenados de 'Il Cavaliere', a quien ha tenido que torear durante un año de Gobierno técnico marcado de cerca por su partido.
Monti era hasta ahora el candidato de los democristianos de la UDC de Casini y el movimiento liberal del presidente de Ferrari, Luca Cordero de Montezemolo, que le tientan con una alianza de centro situada en los sondeos en torno a un 15%. Seguro que ayer se quedaron de piedra al ver que Berlusconi les quiere birlar la carta ganadora. Pero es que incluso les tendió la mano a ellos, siempre con la idea de formar un gran bloque conservador. Repitiendo que estaría dispuesto a abandonar, «a cualquier cosa por el interés del país y de una alianza de los moderados».
Es más, se dirigió de nuevo a la Liga Norte, su aliado histórico, que ha hecho saber que no está interesada en volver con él. El partido secesionista quizá sobreviva al tremendo escándalo de corrupción de la familia Bossi, pero tienen claro que si quieren pasar página deben alejarse de Berlusconi. Sin embargo, el magnate les necesita imperiosamente para intentar lograr el triunfo en las regiones clave donde se juegan las elecciones, Lombardía y Véneto, el 'Ohio italiano'. Por eso ayer les lanzó un órdago, en este caso amenazador: si no acceden a una alianza, hará caer sus gobiernos en Piemonte y Véneto, sostenidos por los viejos acuerdos.
Lo cierto es que la Liga Norte está dispuesta a unirse al partido de Berlusconi, pero solo si él no se presenta. Y es lo mismo que 'Il Cavaliere' le ha planteado a Monti. Por no hablar de que la Liga Norte y Monti son inconciliables. «Ya sé lo que dicen. Pero llevo 18 años cenando con Bossi y los suyos todos los lunes y les conozco bien...», dejó caer, insinuando que luego siempre tragan si les interesa. Para rematarlo, no descartó que Angelino Alfano, designado su sucesor y luego defenestrado una docena de veces, el político más ridiculizado de Italia y que ya parecía liquidado, pueda ser un candidato de consenso y su primer ministro.
Las contradicciones y la conjunción de variables eran tal embrollo que ayer no había manera de aclararse y en la rueda de prensa nadie logró sacarle una respuesta clara a Berlusconi. «La política no es tan simple, si no la haríais también vosotros», replicó con sorna a los tres periodistas que se sentaban con él en la mesa. Es un ejemplo de libro de situación política italiana en un momento complejo. Gaseosa, cambiante, volátil, impredecible. Nadie se casa con nadie hasta el último minuto, por miedo a apostar al caballo equivocado, y todos hablan con todos bajo la mesa. Será así hasta el final. Hay una sola cosa clara: el caos total de la derecha italiana, sin un partido ni un candidato claro, a dos meses de las elecciones. Y Berlusconi, que ahora había asumido por fin el papel, ayer parecía estar dispuesto a bajarse en marcha ante la mejor oferta. Mientras, el centroizquierda, el Partido Demócrata (PD), avanza bien engrasado hacia la victoria, según los sondeos.
Posible escisión
Naturalmente, todo es farsa y táctica, el problema es interpretarlo. Hoy correrán ríos de tinta para intentar comprender qué trama esta vez Berlusconi. ¿Es una forma de recular porque ya ha visto en los sondeos el trastazo que se va a pegar? ¿Quiere anular a Monti? ¿Forzarle a retirarse? ¿O es para sacar a la Liga del agujero y que se una a él? La respuesta más probable de todos los implicados es no hacerle ni caso. Prima el hastío. En su partido se habla de una escisión inminente de disidentes y del pelotón de la vieja Alianza Nacional, postfascista, que se fusionó con Forza Italia para crear el actual Pueblo de la Libertad (PDL), que puede desaparecer. Todo está en el aire y Monti no aclarará su futuro hasta que dimita, en torno al 21 de diciembre.
Lo mejor es que el espectáculo de Berlusconi no ha terminado: hay réplica hoy nada menos que en Bruselas, pues va a la reunión del Partido Popular Europeo (PPE), que le ha llamado al orden. Allí se enfrentará a esa Europa que tanto aborrece su regreso. Si admite preguntas y está farruco lo de ayer puede quedarse pequeño.