En la última semana han sido constantes las manifestaciones de unionistas en Belfast. :: PETER MUHLY / AFP
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La violencia une a los políticos de Irlanda del Norte

Piden calma y condenan los disturbios desatados por la retirada de la bandera británica del Ayuntamiento de Belfast

LONDRES. Actualizado: Guardar
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Los políticos de Irlanda del Norte aparcaron ayer sus divergentes opiniones sobre el origen y contexto de la crisis en torno a la bandera británica para unirse en una condena colectiva de la violencia desatada en Belfast y otros núcleos de la provincia en los últimos nueve días. El desencadenante del consenso fue el ataque con cóctel molotov contra una policía por parte de varios enmascarados, que las fuerzas de seguridad investigan como intento de asesinato.

Es el último incidente de gravedad en una continua cadena de agresiones por parte de sectores radicales unionistas contrarios a la decisión del concejo municipal de Belfast de que la 'Union Jack' solo ondee en el Consistorio 20 días al año. «Estamos en el centro de una batalla entre democracia y el poder de la ley, por un lado; terrorismo y fascismo, por otro», advirtió ayer el consejero de Justicia, David Ford, en una intervención de urgencia en el Parlamento norirlandés. «Intentemos hablar con una voz. Sinn Fein condena todos los ataques y pedimos calma», respondió Gerry Kelly, representante en la asamblea de un conflictivo barrio católico del norte de Belfast. Los unionistas moderados del UUP pidieron el fin de las protestas porque «las manifestaciones pacíficas ya no son posibles».

El pleno de Stormont votó, la noche anterior, a favor de una moción conjunta del ministro principal, el unionista del UDP Peter Robinson, y el 'número dos' del Gobierno autonómico, Martin McGuinness, del Sinn Fein, que condena los disturbios, la campaña de intimidación y los violentos ataques contra políticos y policías. En el blanco de los ataques están los diputados y concejales del partido no sectario Alianza, principales víctimas de la crisis. Con seis concejales en el Ayuntamiento de Belfast, mantienen la balanza de poder entre el sector nacionalista-republicano, que propuso abolir la izada permanente de la bandera, y los unionistas que querían preservar la tradición de un símbolo que reafirma su identidad británica. Alianza defendió el compromiso de los 20 días que se aprobó por una mayoría de 8 votos el pasado día 3.

Deshonor y vergüenza

Desde entonces hay 29 agentes heridos y cerca de 40 detenidos. Entre los 26 acusados formalmente figuran tres jóvenes de 13 años. «Están deshonrando y avergonzando la bandera de nuestro país. No hay nada británico en su vandalismo y en sus actos ilegales. Deben parar inmediatamente», denunció ayer la ministra de Irlanda del Norte, Theresa Villiers, en la Cámara de los Comunes. «No son lealistas. No son leales a la reina ni a la Corona. Son criminales», resaltó en Belfast Paul Givan, del UDP.

La Asamblea de Stormont condenó las agresiones, pero en los discursos afloraron fisuras en la postura de los dos bloques ideológicos que conforman la sociedad norirlandesa. El nacionalista Alasdair McDonnell recordó que el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, marco del proceso de paz, garantiza el derecho de todos los residentes en Ulster a «identificarse y ser reconocidos como irlandeses, británicos o ambos». «Aquí no hay una bandera o símbolo dominante. No podemos imponer una bandera a una sección de la comunidad», dijo.

La opinión más radical del sector unionista la expresó Jim Allister, quien denunció el hecho de que la 'Union Jack' haya dejado de ondear a diario como un «nuevo un asalto contra nuestra 'britanidad'» dirigido por el Sinn Fein, que ha convertido «la cultura en su nuevo teatro de guerra». Robinson intentó calmar el tono del debate señalando que la «frustración y rabia deben canalizarse dentro del proceso democrático». Los políticos hicieron frente común, pero en Twitter se seguía convocando a unionistas-protestantes a demostrar su ira en la calle.