![](/cadiz/prensa/noticias/201211/27/fotos/5736281.jpg)
«No siento melancolía, si hubiera querido seguir mandando, me hubiera quedado»
Aznar confirma, en presencia de ambos, que primero pensó en Rato para sucederle y, cuando rechazó el cargo, optó por Rajoy
M ADRID. Actualizado: GuardarJosé María Aznar demostró ayer que mantiene casi intacto su tirón. Mariano Rajoy, ministros, presidentes autonómicos, exministros y varios importantes empresarios acudieron a la presentación del primer tomo de sus memorias.
Aznar mantuvo una conversación de 45 minutos con el periodista Carlos Herrera en la que, además de incidir en detalles concretos de su libro, abordó dudas y varios mitos. Negó cualquier tentación de volver a la primera línea política. «Si hubiera querido seguir mandando, me hubiera quedado, y la mayoría de mi partido me habría apoyado», confesó tras negar que sienta algún tipo de melancolía. Apostilló que mucha gente pensó que no iba a respetar su palabra de estar solo ocho años al frente del Gobierno y otros tantos, añadió, le censuraron el paso atrás. «No me gustan los países que dependen de los designios de una persona durante mucho tiempo, un país entra en crisis cuando sus instituciones se debilitan», justificó.
Ya se conocían algunos pasajes centrales de su libro, como el que cuenta que Rodrigo Rato rechazó por dos veces su ofrecimiento para sucederle al frente del PP antes de pensar en Mariano Rajoy. Pero el dato ganó mucho morbo político porque Rajoy y Rato escuchaban sonrientes desde la primera fila como el secreto se hacía público. «Excepto su mujer, la persona que más ha deseado que Rajoy triunfe he sido yo, y la única que no va a pedirle nada», abundó Aznar.
El expresidente se congratuló de que el PP sea, hoy por hoy, un partido «casi indestructible». Muy lejos de la endeblez de 1982, cuando la entonces AP, con solo 101 diputados, tenía que enfrentarse a los 202 parlamentarios de Felipe González.
La charla entre Aznar y Herrera se detuvo en el cuaderno azul -«que efectivamente era una cosa que existía aunque no era uno sino varios»- y en el episodio del conato de accidente aéreo. Aquel día llamó al Rey para decirle que en uno de sus cuadernos estaba escrito el nombre de la persona que tenía que tomar su relevo: Mariano Rajoy.
En este primer volumen, Aznar no habla mal de casi nadie, ni siquiera del que fuera su principal enemigo político, Felipe González. «Esas cosas, en su justo punto», ironizó el protagonista de la noche.
Definió su trabajo como más racional que pasional. «No me gusta que en la política se agiten lo sentimientos como hacen algunos ahora», en lo que fue su primera alusión al pulso de Artur Mas. «Los nacionalistas son, en líneas generales, malos gobernantes y siempre que gobiernan en sus territorios arman líos importantes», enfatizó.
Hizo varias alusiones a las elecciones del pasado domingo. Su principal conclusión es que es «falso» que exista una «única visión monolítica de Cataluña», como defendía CiU. Advirtió de que «no le gustan los análisis triunfalistas», aunque convino que los nacionalistas habían fracasado. Puso el acento en que la fragmentación política derivada de los comicios pone de manifiesto la pluralidad de Cataluña y, lo que a su juicio es más decisivo, que «el futuro de los españoles la decidiremos todos los españoles».
Pujol era diferente
No pasó por alto el moderador que Aznar pactó en su primera legislatura con CiU y PNV. El expresidente no cree que aquellos acuerdos fuesen un error. «Se hicieron públicamente y en las negociaciones participaron Rajoy y Rato», aclaró. Prueba de que fueron buenos para España fue que, «cuatro años después, los ciudadanos nos votaron con mayoría absoluta». Aznar sí puso empeño en intentar convencer que aquella CiU, con Jordi Pujol al frente, «no era un partido nacionalista».
Aznar cuenta en sus memorias que cuando llegaron al poder, en 1996, el «consenso general» entre los partidos señalaba que «era muy difícil derrotar a ETA» y que era mejor que el brazo político de la banda pudiera participar en las elecciones. «Nosotros nos negamos a todo eso», exclamó. Agradeció el esfuerzo de los dirigentes y militantes del PP en el País Vasco que pagaron «tan elevado precio de vidas» por apoyar su política. Negó que negociara con ETA y solo admitió que intentaron enterarse de «si ETA iba en serio» con su tregua. «Y nos enteramos que no iba en serio», puntualizó.
Desveló que ETA intentó matarlo cuatro veces. Y casi lo consigue cuando hicieron estallar un coche-bomba al paso de su vehículo. El blindaje de su automóvil le salvó. «Son gajes del oficio», sentenció.