PAN Y CIRCO

¡DÉJATE EL BIGOTE!

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Lo primero que le pediría a Ramón Blanco, en su última etapa como técnico del Cádiz, es que se dejara ese reconocible bigote con el que ya entrenó al Cádiz hace catorce años. Se trata de un guiño a un tiempo en el que todos eramos más jóvenes y el estadio Carranza era un resto del Paleolítico con más señorío e historia que su actual versión remasterizada y con muchos extras, pero que sigue a la deriva en Segunda B. Había menos paro, cobrábamos religiosamente y Zárate, Férez, Javi Germán, Barla, Zafra, Raúl López y compañía formaban una plantilla a años luz del regalito que nos han traído Los Manzano y Gaucci. En definitiva, cualquier tiempo pasado fue mejor y a ver quién es el guapo que demuestra lo contrario. Así que menuda papeleta la que le ha tocado al amigo Ramón aunque supongo que nadie le habrá puesto una pistola en la cabeza; más bien, todo lo contrario. Lleva el fútbol en las venas y el plató de televisión se le quedaba bastante pequeño.

Muchos nos hemos alegrado de su regreso a los terrenos y desde aquí te deseo lo mejor, pero como esto es fútbol habrá algún paisano (gaditano) y compañero de profesión que ya estará poniéndole fecha a su fracaso. Que lástima ser tan mediocre. Dicho esto, vuelvo a mirar a ese palco donde los actuales gestores del club siguen superando día a día las tropelías que vienen cometiendo desde que el señor Muñoz les abrió las puertas del que había sido su cortijo. La llegada de un hombre de la casa al banquillo, en las actuales circunstancias, demuestra que en las arcas de Sinergy hay menos euros que en la caja del Ayuntamiento de Jerez y que la sustitución de Monteagudo ha sido un golpe de efecto de cara a la galería mientras el presidente y el director deportivo comienzan a poner velas para que el bueno de Ramón -con o sin bigote- reflote una nave que hasta la fecha sigue haciendo aguas por sus cuatro costados.