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Los países ricos empujan a forzar un superrecorte en el presupuesto
Merkel descarta cualquier urgencia para cerrar un acuerdo y maniobra para obtener un recorte adicional de 30.000 millones
BRUSELAS. Actualizado: GuardarLos países ricos de la UE mantienen toda la presión para forzar un fuerte recorte en el Presupuesto común. Comandados por Alemania y Reino Unido, los socios del Norte abrieron ayer la cumbre de los Veintisiete con una apuesta conjunta por trasladar a escala europea la misma austeridad que aplican en casa. En general, todos defendieron su posición con un talante constructivo, pero también se escucharon algunas advertencias que dejaron clara su determinación. «Prefiero tener la pistola cargada en el bolsillo», espetó el primer ministro holandés, Mark Rutte, en referencia a la posibilidad de recurrir al veto para frenar cualquier incremento en unas cuentas próximas al billón de euros.
Alemania, Reino Unido y Holanda forman parte del grupo de nueve países que son contribuyentes netos. Es decir, ponen más dinero en el Presupuesto del que reciben a través de los distintos programas financiados con fondos europeos. Aunque se encuentran en minoría dentro de los Veintisiete, al final el grosor de su chequera equilibra completamente las fuerzas. Ayer, eludieron presentarse como un bloque unido y organizado, pero sugirieron que lo harían si fuera necesario. Todo indica que no se requería llegar a tanto en la primera jornada de una cumbre que puede cerrarse en falso. Con las tareas que quedan pendientes en otras áreas, los líderes son conscientes de que no hay excesiva prisa por acordar unas cuentas que cubren el periodo 2014-2020.
Angela Merkel desembarcó en Bruselas con tono prudente, pero dejó entrever que tampoco hay que correr. «Quizá haga falta una segunda cumbre», deslizó la canciller germana antes de insistir en que todos los socios deberán hacer «concesiones». Convencida de que se debe modernizar el Presupuesto para lograr «una mejor utilización de cada euro», evitó hablar de cifras concretas. Alemania parece más o menos cómoda con la propuesta del presidente de la UE, Herman van Rompuy. En un primer planteamiento que tenía previsto revisar durante la cumbre, el líder comunitario apostó por un tajo de 80.000 millones, lo que representaría el primer recorte en la historia de las cuentas comunitarias.
Austeridad inevitable
Van Rompuy concentra su tijeretazo en la Política Agraria Común (PAC) y los fondos de cohesión concebidos para minimizar las desigualdades entre las regiones. Ambos capítulos acaparan la mayor parte del Presupuesto y ayer no se descartaba que el mandatario belga empujara para ampliar aún más los ajustes. En sintonía con los contribuyentes netos, considera que la austeridad resulta inevitable teniendo en cuenta las estrecheces que soportan los socios. Los recortes adicionales podrían afectar a las infraestructuras y los funcionarios. En el polo opuesto, se sitúa la Comisión, que diseñó inicialmente unas cuentas con un aumento del 5% con respecto al periodo todavía en vigor (2007-2013).
El tajo de Van Rompuy se ganó desde el principio el respaldo de los socios pudientes, aunque parece que todavía no están completamente satisfechos. «Voy negociar con dureza para lograr un buen acuerdo tanto para los contribuyentes británicos como para los europeos», avisó David Cameron. El líder británico persigue dejar el Presupuesto por debajo de los 900.000 millones y garantizar el cheque británico, la compensación anual obtenida por Margaret Thatcher por el escaso peso de la agricultura en su economía. Otros que también reciben estas contraprestaciones como Austria anunciaron que pelearían por defenderlas, mientras que Dinamarca se apuntó a solicitar un ingreso extra de 134 millones.
Alemania, que recibe un cheque similar al británico, no exigió su continuidad públicamente. Merkel, en cambio, parece más interesada en que el tijeretazo se aumente en alrededor de 30.000 millones. No lo tendrá fácil porque hay disidentes hasta entre los contribuyentes netos. Francia e Italia, ambos miembros de este club al que se unirá España a partir de 2014, evidenciaron su rechazo a un recorte excesivo. François Hollande reconoció la necesidad de «controlar» el gasto, pero sin ahogar el crecimiento.
El 'premier' italiano, Mario Monti, fue mucho más contundente que su homólogo galo y amenazó con un veto -las cuentas tienen que aprobarse por unanimidad- si Roma no consigue una mejor financiación. Al igual que España y Francia, Italia defiende limitar los ajustes en agricultura y cohesión. Aliados en varias cumbres decisivas vinculadas con la crisis del euro, los tres países también cuentan con el apoyo en bloque de los socios del Este. Lideradas por Polonia, las capitales de la antigua órbita comunista no quieren que se corte el dinero para el desarrollo regional del que tanto han disfrutado los gobiernos mediterráneos.