Sociedad

«Europa está regida por payasos analfabetos que nos sumen en la miseria»

El académico publica 'El tango de la guardia vieja', una historia ambientada en el primer tercio del siglo XX llena de amor, sexo e intriga Arturo Pérez-Reverte Escritor

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Intriga, aventura y sexo, mucho sexo, son los ingredientes de la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, 'El tango de la guardia vieja' (Alfaguara). El libro cuenta la historia de dos jóvenes apuestos acometidos por pasiones tórridas e inaplazables. El escritor, que fue reportero de guerra y se curtió en la cobertura de cientos de batallas, narra ahora encuentros carnales en los que hay voyeurismo, triángulos amorosos y una mujer desinhibida en la cama. Quien crea que Pérez-Reverte se ha vuelto tierno y almibarado se equivoca. No renuncia al verbo afilado ni al juego de la imaginación.

La novela narra una extraña apuesta entre dos músicos que lleva a uno de ellos a visitar el Buenos Aires de 1928. Uno de los amigos se llama Maurice Ravel, y alumbrará un bolero memorable. El otro, Armando de Troeye, un español acaudalado, tendrá que componer un tango que compita en honores con la pieza del francés. Para ganar la apuesta, De Troeye viaja a Buenos Aires con su mujer, Mecha Inzunza. Durante la travesía a bordo de un transatlántico de postín, el 'Cap Polonio', el matrimonio conoce a un gallardo bailarín de tango, Max Costa, algo rufián y gigoló.

-¿Es más trivial esta época que la del primer tercio del XX, en que se desarrolla la trama?

-Esta época no es peor que aquella. Quizás hemos perdido las maneras. La sociedad de comienzos del siglo era injusta y clasista, no merecía sobrevivir a la guerra mundial, estuvo bien que esta la barriera. Tendría que haber venido un mundo más justo y mejor, pero no fue así.

-¿Se revestía la vulgaridad entonces de sofisticación?

-Antes un ruin, un canalla, un vulgar, un estraperlista, un estafador, un arribista, si conseguía algo, intentaba proveerse de una coartada social. Tenía que ser educado con las señoras, dotarse de una biblioteca. Ahora el canalla puede escupirte a la cara, alardear de su vulgaridad, escribir un libro sobre sus andanzas y luego salir en 'Sálvame'. Berlusconi es ensalzado y se ha convertido en un icono social.

-En todas sus novelas había amor, pero no era la cuestión predominante. ¿Por qué este cambio?

-Porque tocaba. La historia que quería contar exigía una narración en primer plano. Requería diálogos, silencios y la muestra de actitudes. Está llena de marcas de corbatas, ropa, vestidos. No es una cuestión de decoración ni un alarde de erudición. La vestimenta define lo que no dicen los personajes. La protagonista es una mujer inteligente y él es un rufián intuitivo y listo que, desde la madurez que confiere la vejez, observa una historia de amor que dura 40 años. Eso incluye la carnalidad, el sexo, la decadencia y el fracaso.

-¿Ha salido airoso del empeño de narrar escenas sexuales potentes sin resultar procaz?

-El sexo en la literatura es como jugar a la siete y media. Te puedes pasar y ser obsceno o quedarte corto y resultar un mojigato. Mecha es capaz de explorar el rincón oculto de su propia sexualidad, lo cual es difícil de contar sin caer en la pornografía barata.

Mejor que el hombre

-¿Cómo define a la protagonista?

-Mecha es una mujer real. Se comporta con serenidad moral ante la vida, sabe encajar el dolor, la soledad, la lucidez y la traición de una manera adulta y cuajada. La mujer hace eso mejor que el hombre hoy en día.

-¿Ha sido extenuante la labor de documentación?

-En literatura es muy peligroso meterte en territorios que no conoces. Han sido dos años de recabar documentación, de viajes; he recorrido Sorrento, Niza, Buenos Aires. Esa es la parte divertida de una novela. Lo aburrido es escribirla.

-¿El sexo es el motor del mundo?

-No. Es uno de los motores principales, pero hay otros: la ambición, el dinero -a veces para conseguir sexo-, la venganza, la vileza, la estupidez. Para mí la estupidez es el motor del mundo. En el fondo hay una dinámica entre estupidez e inteligencia, aunque suele ganar la primera. Mire Europa, regida por payasos analfabetos que nos están dejando en la miseria. Con un malvado puedes negociar, pero a un estúpido no hay forma de convencerle. Un imbécil clásico es Bush, que hizo una guerra que ha puesto patas arriba el orden mundial.

-¿Es verdad que el tango es el lamento de un cornudo?

-No. Para mí el tango, el bolero, la copla y el corrido mexicano conforman un territorio, son canciones que cuentan historias. 'Pedro Navaja' vale más que todas mis novelas juntas. Pero además el tango le puso música al primer tercio del siglo XX. En segundo lugar el tango es regla y geometría, es sexo en vertical con dos personas vestidas. Y en el tango es la mujer la que teje en torno al hombre una tela de araña geométrica para explorar el territorio de la vida.

-¿Le disgusta que la mujer adopte roles masculinos, como la competitividad o el autoritarismo?

-¿Y por qué han de ser roles masculinos? ¿No ha visto a dos mujeres compitiendo por un hombre, un trabajo, la vida o la supervivencia? No hay mayor tenacidad, dureza, coraje valor ni crueldad cuando hace falta que la que tienen dos mujeres.