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De la cuna al universo digital
Las Jornadas Futuro en Español se abren con el deseo de aprovechar «los nuevos medios» en favor del idioma
Actualizado: GuardarA cincuenta kilómetros de donde todo comenzó. El Riojafórum de Logroño, un edificio de techos altos, vestíbulos inmensos, imponentes cristaleras y salas empinadísimas, totalmente recubiertas de madera, no tiene nada que ver con el monasterio de Suso. Bajo los arquillos mozárabes del primitivo cenobio emilianense, un monje anónimo anotó una oración al margen de un libraco de plegarias. Fue la primera huella escrita de un idioma diferente; algo que procedía del latín, pero que ya no era latín. Una lengua nueva, todavía sin nombre y sin reglas, que utilizaban los habitantes de estas comarcas.
Más de mil años después, aquel dialecto nacido en La Rioja de la corrupción del viejo latín se ha convertido en un idioma vigoroso cuyos números levantan asombro: 500 millones de hablantes en todo el mundo, segunda lengua de comunicación internacional, tercera con más presencia en la red... Y un porvernir promisorio, si la cosa no se tuerce. Las Jornadas Futuro en Español, organizadas por Vocento, arrancaron ayer en Logroño con un deseo compartido: aprovechar las nuevas tecnologías para consolidar la posición de la lengua común. Ya no vale con fiar toda su suerte a la demografía desbocada de los países de Hispanoamérica; ahora hay que trabajar en el universo digital. El director general de Nueva Rioja, Ángel de las Heras, recogió unas palabras de Fernando Rodríguez Lafuente, director de ABC Cultural, para ejemplificar la magnitud de la empresa: «El español es el petróleo de la sociedad hispanohablante». Y las Jornadas pretenden, según De las Heras, examinar «el estado de explotación de uno de los principales activos con los que cuenta nuestro país». «El mundo se está transformando a velocidad de vértigo», apuntó la alcaldesa de Logroño, Cuca Gamarra, «y el uso de las nuevas tecnologías abre un escenario inédito; pero el español es más que un idioma, es nuestro principal patrimonio, nuestro mayor tesoro».
A la cita inaugural acudió Humberto López Morales, secretario de la Asociación de Academias de la Lengua Española, que recordó cómo el idioma castellano está ganando terreno en Estados Unidos: «Y no solo en el aspecto demográfico. En California, por ejemplo, se han visto obligados a construir un aula nueva en cada escuela para albergar a los estudiantes, hispanos o no, que deseen aprender español». Pero un idioma que aspire a consolidarse como segunda lengua de comunicación internacional necesita ganar prestigio. «Su reputación sigue siendo mejorable, pero eso no quiere decir que no haya mejorado», indicó Santiago de Mora-Figueroa, marqués de Tamarón, embajador de España para la Diplomacia Cultural.
El marqués de Tamarón reflexionó sobre la persistencia (e injusticia) de los prejuicios: «El inglés es un idioma extremadamente caprichoso pero suele considerarse como un prodigio de sensatez. Con el español sucede al contrario. Nuestra lengua es extremadamente coherente y muy lógica, pero tiene la fama de ser un cúmulo de pasiones románticas». Superar los tópicos resulta una tarea dificultosa y paciente, que requiere tiempo, pero no es del todo imposible. El marqués de Tamarón recordó cómo, en el Siglo de Oro, los españoles tenían fama de ser «hombres duros, eficaces y fríos», como los alemanes de hoy, mientras que los ingleses aparecían como gente «apasionada, violenta e impredecible». El diplomático se extrañó de que, al igual de lo que sucede con la imagen de España, «el futuro de nuestra lengua en el extranjero parezca mejor que entre nosotros mismos».
Unas palabras que invitaron al presidente de La Rioja, Pedro Sanz, a lanzar un arenga a todos los hablantes: «Aupemos todos este idioma tan potente. No lo desprestigiemos en su propia casa. Promovamos con hechos su estudio y difusión; utilicémoslo en foros internacionales, distingámoslo en Internet y despojémoslo de simbología política».
Sanz recordó la egregia figura del científico de Haro Ángel Martín Municio (1923-2002), miembro de la Real Academia y pionero en la aplicación de las tecnologías al estudio y promoción del español. «Todo converge en el mismo punto: la oportunidad de aprovechar estos nuevos medios. Con el concurso de todos, y especialmente de los que tenemos alguna responsabilidad en su estudio y proyección, puede ser verdaderamente alentador para la posición de España en el concierto internacional».
Sobre eso se habla estos días en el Riojafórum, a cincuenta kilómetros del pequeño monasterio en el que todo comenzó.