ESPAÑA

En Barcelona casi siempre acaba mal

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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La de la pasada huelga general fue la última de las muchas manifestaciones y grandes concentraciones multitudinarias que en Barcelona acaban siempre igual, batalla campal con decenas de detenidos por destrozar el mobiliario urbano y con tiendas y contenedores en llamas. Da igual que la marcha sea contra el plan Bolonia, contra alguna cumbre en la ciudad, por la convocatoria de un paro general o por la celebración de un titulo del Barça. El resultado siempre se repite: algaradas y cuantiosos daños materiales.

Desde que en 2006 Barcelona canceló una cumbre europea por temor a las protestas de los antisistema, la percepción del problema es otra. La Policía habla de estructuras organizadas, grupos violentos que intentan sembrar el caos en la ciudad. Al principio se hablaba de manifestaciones espontáneas del descontento de determinados colectivos, pero desde hace años son elementos «violentos que están decididos a socavar las raíces de nuestro Estado democrático», afirma el consejero de Interior, Felip Puig.

Se trata, según la propia definición del responsable de seguridad, de individuos provenientes del «neoanarquismo radical, del movimiento de los 'indignados', de la antiglobalización y de sectores radicales universitarios». La amalgama es heterogénea y también da cabida a activistas de la izquierda radical, okupas, antifascistas y delincuentes profesionales. Las causas vienen de lejos. Barcelona es un foco de atracción de grupos antisistema por su movimiento okupa, las fiestas ilegales y su halo libertario. Y hay razones históricas, porque Barcelona ha sido una ciudad donde el anarquismo de la CNT y el movimiento revolucionario siempre han tenido un fuerte arraigo.