![](/cadiz/prensa/noticias/201211/15/fotos/5672490.jpg)
El PP solo acepta siete de las 3.771 enmiendas a los Presupuestos
El Congreso aprueba las cuentas públicas del Estado para 2013 que ahora deben pasar el trámite del Senado
MADRID. Actualizado: GuardarLos Presupuestos del Estado para 2013, que contemplan un recorte de casi 40.000 millones de euros respecto a este año, salvaron ayer el trámite del Congreso sin sobresaltos gracias a la mayoría absoluta del PP.
Los populares solo admitieron siete, ninguna de calado, de las 3.771 enmiendas que presentaron los grupos de la oposición. Aceptaron tres a CiU, dos a Unión del Pueblo Navarro, una al PNV y otra de Foro Asturias y UPyD. El PSOE no logró sacar adelante ni una sola de sus propuestas. El Grupo Popular, en cambio, sí que incorporó un centenar de sugerencias de sus diputados que han modificado aspectos del proyecto de Ley de los Presupuestos, pero sin alterar un ápice las grandes cifras macroeconómicas y la distribución de la exigua partida destinada a inversiones.
El PP repitió la misma estrategia que puso en práctica el pasado junio con los Presupuestos de este año, cuando solo admitió tres de los 3.100 cambios que pusieron sobre la mesa el resto de grupos parlamentarios.
El Ejecutivo ha preferido no buscar socios para la aprobación de los Presupuestos porque no quería modificar ni en un euro las cifras del proyecto. Su planteamiento de que estas cuentas son las que más convienen para salir de la crisis y además responden a los requerimientos de la Comisión Europea frustró cualquier posibilidad de entendimiento con otro grupo. Además el que parece su aliado natural, los nacionalistas catalanes, anda enzarzado en una escalada soberanista que ha motivado la ruptura de relaciones. Todos los ministros han pasado esta semana por la tribuna del Congreso para explicar la previsión de gastos e ingresos de sus respectivos departamentos y todos siguieron el mismo guion y defendieron una tras otro «el carácter social» del Presupuesto pese a su austeridad y sostuvieron que es el único camino posible para salir de la crisis.
La oposición, en especial el PSOE, reiteró que la previsión de ingresos y gastos parte de premisas «irreales», como los cálculos sobre los impuestos, y provocarán la destrucción «de cientos de miles de puestos de trabajo».
El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, uno de los oradores de ayer, defendió que pese a que contará con un 4,2% menos de recursos que el ejercicio anterior mantiene su compromiso de modernizar la justicia en España. La réplica del portavoz socialista de Justicia en el Congreso, Julio Villarubia, fue muy gráfica: «No hay ni para pipas ni para chuches». Además, incidió en criticar la ley de tasas porque establecerá «una justicia para ricos y otra para pobres».
Blindado
El titular de Economía, Luis de Guindos, ponderó a su vez la «austeridad» presupuestaria que viene impuesta por un cuadro macroeconómico condicionado por la situación económica internacional y el deterioro sufrido por la economía española. No obstante, apuntó que la previsión del Gobierno de una caída de 0,5% del PIB para 2013, más optimista que la de los organismos internacionales, está «respaldada por señales», que no identificó, que indican una «modificación estructural» de ciertos indicadores.
El Gobierno prevé que las cuentas públicas generales para el año próximo, los más austeros de la democracia, se aprobarán de manera definitiva entre el 18 y 20 de diciembre. Hasta entonces pasarán el trámite del Senado, en el que el partido gubernamental volverá a utilizar su mayoría absoluta para no admitir cambio alguno. De incorporarse alguna enmienda debería ser ratificada después por el Congreso.
El debate de presupuestos, de todos modos, tuvo una sensación de burbuja por celebrarse en un día de huelga general y por el hecho de que la carrera de San Jerónimo amaneció blindada porque el colectivo 'Rodea el Congreso' había convocado una vigilia en las inmediaciones del palacio legislativo para mostrar su «indignación» por los Presupuestos. Además, la manifestación central de la huelga también iba a transitar horas después cerca de la cámara, que, por si acaso, quedó huérfana de diputados sobre las tres de la tarde, tras la última votación de la jornada.