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Rajoy pasa de puntillas por un paro que no detiene el Congreso
El Gobierno logra un respiro con el anuncio de Bruselas de que no tendrá que aplicar recortes inmediatos
MADRID. Actualizado: GuardarMariano Rajoy tiene bien aprendida la lección: nada de comentarios sobre convocatorias sindicales. Una conclusión a la que llegó tras el desliz que protagonizó el pasado 30 de enero en Bruselas, cuando confesó al primer ministro de Finlandia, Jyrki Katainen, que «la reforma laboral me va a costar una huelga general».
El presidente del Gobierno, que acudió al Congreso para participar en el debate sobre los Presupuestos Generales del Estado para 2013, declinó hasta en dos ocasiones valorar la jornada y remitió al ministro de Economía, Luis de Guindos, como único portavoz del Gobierno autorizado en este 14-N.
Rajoy reiteró en las últimas semanas sus alusiones a esa «mayoría silenciosa» de españoles que, a su juicio, comprende que el país solo puede salir de la crisis por la senda de la austeridad y de las reformas estructurales. Una moderación que contrasta con la contundencia con la que su número dos en el PP, María Dolores de Cospedal, se despachó tanto con los sindicatos convocantes, «a los que tildó de irresponsables», como con el PSOE, por «echarse a la calle».
Alfredo Pérez Rubalcaba sí compareció ante los periodistas para defender la posición de su partido, aunque sin admitir preguntas.
El secretario general del PSOE justificó su respaldo a la huelga general ante el deterioro que ha sufrido la calidad de vida de «millones de españoles» durante el primer año de mandato de Mariano Rajoy.
Rubalcaba abundó en el argumento de que los trabajadores tienen menos derechos, los pensionistas han visto reducido su poder adquisitivo y han mermado las prestaciones en sanidad y educación. «Son ciudadanos que están cargados de razones para ir a la huelga y son esas las mismas razones las que nos llevan al Partido Socialista a apoyarla».
El Ejecutivo es consciente del desgaste que supone las continuas y variadas movilizaciones sociales de los últimos meses que, como el 14-N, erosionan de manera acentuada la confianza en sus políticas, tal y como refleja la pérdida de apoyo que desvelan todas las encuestas.
Por eso, en Moncloa recibieron como agua de mayo la intervención del vicepresidente económico de la Comisión Europea, Olli Rehn, que el mismo día de la huelga general subrayó que España no necesitará nuevos recortes, al menos ni este año ni el que viene, para «restaurar la sostenibilidad de las finanzas públicas» y cumplir con sus compromisos de reducción del déficit, por lo que no avanzará en el procedimiento sancionador contra España.
Debate
La huelga general no paró la actividad en el Congreso de los Diputados, aunque 50 diputados -23 de ellos socialistas- se ausentaron de las votaciones del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2013.
No obstante, los únicos que anunciaron que secundarían la convocatoria con todas sus consecuencias fueron los once diputados de Izquierda Plural (IU-ICV-CHA), los seis de Amaiur, dos de BNG, el de Nueva Canarias y el de Compromís. La acción sindical estuvo muy presente en todos los debates. Varios parlamentarios del PSOE fueron reprendidos por el presidente de la Cámara baja, Jesús Posada, por desplegar carteles con el lema del 14-N.