Promesas incumplidas
Las familias con hijos discapacitados siguen esperando la ayuda prometida por el PSOE andaluz
Actualizado: Guardar«De Menacho, por ejemplo, que compareció con nosotros incluso en rueda de prensa, no hemos vuelto a saber nada». Estas palabras de decepción y también cargadas de rabia salen de la boca de un padre, que ejerce de portavoz de un colectivo cansado de promesas incumplidas. Se refieren al parlamentario andaluz por el PSOE Francisco Menacho, que a su vez es presidente de la Comisión de Salud y Bienestar Social del Parlamento, que se hizo la foto hace un par de meses con las familias que tienen hijos discapacitados a su cargo y que antes de que llegara la tijera a las líneas, no tan rojas, de la Administración regional, venían recibiendo una ayuda de 300 euros para el tratamiento de sus pequeños. Unos cuidados que son esenciales para que estos niños puedan evolucionar y no se queden estancados y condenados de por vida en el autismo o en el síndrome de Down.
A finales del curso pasado, Menacho, en compañía de otros parlamentarios socialistas como Manuel Jiménez Barrios o Raquel Arenal, se comprometieron a mediar para conseguir una solución e impedir que estos niños se quedaran sin tratamiento. Ha pasado el tiempo y como denuncian estos padres en pie de guerra, ni siquiera se han molestado en llamarles para decirles cómo iban esas negociaciones o, en un arranque de sinceridad inusitado, les confirmaran que se quedaban sin ayuda alguna. Debe ser que estos parlamentarios están demasiado ocupados para atender los problemas cotidianos de los ciudadanos, de los electores a los que les piden su voto cada cuatro años.
De hipocresía absoluta podría ya tildarse esta eliminación de otra ayuda claramente social, con lo importante que son las políticas sociales para esta Junta gobernada por partidos que hacen gala de su especial sensibilidad con los colectivos sociales. Si no hay valentía suficiente para reconocer lo que el andaluz de a pie está sufriendo en sus carnes, al menos que dejen la banderita del protector tranquila porque ni siquiera tienen tiempo ni de llamarles.