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Obama tumba a Romney en la red

EE UU demuestra la nueva forma de hacer campaña con la conquista 'online' del votante

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Ya no basta con besar niños y apretar un sinfín de manos. Estados Unidos es el reflejo de la política moderna y lo contemplado en sus recientes elecciones demuestra que, además de gestos para la galería y extensos mítines, los discursos de 140 caracteres ahora también son trascendentales. En 1960, John F. Kennedy evidenció la importancia de la imagen televisiva y, durante la última campaña, el equipo de Barack Obama ha constatado que Internet y las redes sociales lo han cambiado todo.

«A la gente le interesa saber que las grandes figuras políticas son como ellos y comparten los mismos gustos», afirma Coye Cheshire, profesor de la Universidad de California. Por esa razón, los principales candidatos a la Casa Blanca no han dudado en compartir sus gustos musicales en Spotify, los momentos familiares en Instagram y algunas recetas culinarias en Pinterest. Pero, ¿esos mensajes (muchas veces banales) pueden determinar el resultado de unas elecciones? «¿Cuál es el beneficio de ponerse los pantalones por la mañana? No lo sabemos. Solo tenemos claro que es malo si no lo haces», ejemplifica Jan Rezab, director ejecutivo de Socialbaker.

«Sin estrategia 'online' no puedes ganar», zanja Alan Rosenblatt, consultor político de los demócratas. Ambos partidos ven en los miembros de redes sociales a potenciales votantes, sobre todo jóvenes, que probablemente huyen de los medios de comunicación convencionales. «Esa gente puede cambiar de canal, pero lo que difícilmente hará es abandonar su teléfono móvil, Facebook o Twitter», destaca Mike Randazzo, experto digital independiente. Y es que, pese a que un sector de la sociedad sigue considerando estas plataformas como mero divertimento, el 36% de sus usuarios las consideran «muy importantes» a la hora de informarse sobre temas políticos.

El hombre del flequillo

Las elecciones estadounidenses de 2008 fueron las primeras que se vieron influenciadas por las redes sociales, y desde entonces todos los políticos han tratado de explotarlas, con mayor o menor gloria. Esta vez, los asesores de Obama han ido un paso por delante y a un nivel superior al de sus contrincantes. Desde hace 18 meses, un centenar de desarrolladores web, ingenieros, analistas de datos y antiguos piratas informáticos han trabajado duro en la sexta planta de un céntrico rascacielos de Chicago para confeccionar la estrategia digital de la campaña. Tal vez la pieza clave de ese equipo es Harper Reed, un treinteañero de prominente flequillo, pendientes dilatadores en las orejas, amante del 'death metal' y carácter presumido. Su labor era montar una ambiciosa infraestructura que permitiese a los demócratas determinar a qué votantes era necesario convencer y cómo se podía lograr. Para ello aunó diferentes datos, desde su nivel de participación en las primarias del partido hasta su opinión en las encuestas internas, junto con la información que las redes sociales guardan. Todos ello sirvió para identificar tendencias y calibrar los mensajes hacia cada uno de los votantes.

«En Internet estamos dando a conocer una información personal con la que facilitamos la segmentación de los mercados que nos pueden interesar», señala Félix Brezo, miembro del laboratorio S3Lab de la Universidad de Deusto. Asegura que la gente no es consciente de la inmensa cantidad de datos que se almacenan en la red, y de cómo pueden ser utilizados por empresas privadas o, en este caso, partidos políticos. El director digital de la campaña republicana, Zac Moffatt, un tipo mucho más corriente que Reed, se tuvo que rendir ante la evidencia y confesó que no se podían comparar en esta materia con su contrincante electoral.

No hay duda de que el equipo de Barack Obama se tomó muy en serio la batalla en la red. Se gastaron alrededor de 47 millones de dólares (36,8 millones de euros) en una aplicación para móviles que permitía localizar a posibles votantes indecisos que cualquier simpatizante podía tratar de convencer personalmente. Mientras, los republicanos desembolsaron diez veces menos (3,5 millones de euros) en un programa que prácticamente solo servía para leer notas de prensa. Steve Friess, experto en tecnología de la web Politico, critica que el equipo de campaña de Mitt Romney se limitara a copiar de forma descarada a los demócratas y además con una asombrosa falta de rapidez, lo que tampoco evitaba errores de bulto.