Obama despierta al gigante
Los hispanos de EE UU intentan organizarse para aprovechar la fuerza que les ha dado su participación en las presidenciales
NUEVA YORK. Actualizado: Guardar«Llevamos más de 30 años diciendo que el voto hispano era un gigante dormido. Pues bien, el gigante ya despertó». Angelo Falcon, presidente el Instituto Nacional para Políticas Latinas (NILP, por sus siglas en inglés), ha encontrado en estas elecciones la reivindicación de toda una vida. Por primera vez los hispanos de EE UU han sido decisivos para ganar la Casa Blanca. Es hora de hacer valer su peso y pasarle la cuenta por la lealtad demostrada al Partido Demócrata, receptor del 71% del voto hispano.
En contra de lo que se cree, ese porcentaje no es ningún récord. Jimmy Carter obtuvo el 76% del voto hispano en 1976 y todavía antes le ganaron Lyndon Johnson y Hubert Humphrey, con un 90% y un 87% respectivamente. Lo que ha cambiado esta vez es el aumento demográfico. Solo en la década del 2000 la población hispana aumentó en 15,2 millones. Los hispanos son ahora 22 millones de votantes potenciales, de los que 12,2 se registraron para votar y depositaron el 10% de todos los votos. Cada mes 50.000 nuevos jóvenes hispanos cumplen la edad de votar, según un estudio del PEW Hispanic Center. O sea, 600.000 nuevos votantes cada año. Y mientras los jóvenes de origen anglosajón aumentaron un 10%, los hispanos un 62%. De estos, el 74% de los menores de 30 años votó por Obama, en comparación al 67% de los anglosajones.
Los números no podían hablar más claro. La cantera hispana es el mayor tesoro político que tiene el Partido Demócrata para conservar el poder. La baja participación que hasta ahora ha mostrado este sector solo demuestra que su potencial se puede doblar. De ahí la «miopía» que el exgobernador de Florida Jeb Bush, casado con una mexicana, atribuye al partido republicano por sus políticas antimigratorias. «El futuro de nuestro partido es tender la mano de forma consistente para tener un tono que sea abierto y hospitalario con la gente que comparte nuestros valores», dijo en septiembre durante la convención de Tampa (Florida).
Leyes como las de Arizona y el discurso de Mitt Romney de «fomentar la autodeportacion» haciendo la vida imposible a los indocumentados también les ha hecho perder el voto asiático, la mayor captura demográfica del Partido Demócrata en estas elecciones. Obama recibió este año el 73%, en comparación al 62% de 2008.
Hasta Florida cayó ayer en su marcador, después de un agonizante conteo. El visionario papel de Jeb Bush, al oponerse durante una década a las políticas antiimigración de su partido y adelantar que tendría un coste político, le ponen a la cabeza del pelotón republicano que aspira a reconquistar la Casa Blanca en 2016. Muchos hablan también de Marco Rubio, un joven senador de Florida que llegó al poder con el apoyo del movimiento del Tea Party pero que ha encontrado una voz más moderada. Su nombre se barajó para vicepresidente de Romney, que al final optó por alguien más radical como Paul Ryan para movilizar a las bases de ultraderecha.
Teresa Navarro, presidenta de la organización Progressive Leadership Aliance of Nevada (Plan, por sus siglas en inglés), está convencida de que Rubio no sería una amenaza para los demócratas. «Es demasiado extremista, la gente no se identifica con él», afirma. Rubio, que se crió en Nevada y al que por tanto se le supone un tirón en ese estado, es de ascendencia cubana, un grupo con vivencias e intereses muy distintos a los del resto de los hispanos.
Juan Andrade, director del Instituto de Liderazgo Hispano de EE UU (USHLI, por sus siglas en inglés), pide que no se considere al electorado latino como un grupo monolítico con lealtades previamente determinadas, porque eso le haría perder fuerza. «Somos de todo, partidistas, independientes y no partidistas». Los hispanos de EE UU proceden de 21 países, pero el 64% son de origen mexicano, frente al 3,5% de origen cubano, que está concentrado entre Florida y Nueva Jersey. Mientras los cubanos tienen garantizado el asilo político en EE UU solo con poner un pie en su territorio, los mexicanos a menudo pasan toda la vida en el país sin conseguir un estatus legal. Incluso los puertorriqueños, que tienen la ciudadadanía estadounidense por nacimiento, y suponen el 9%, se solidarizan más con los problemas migratorios.
Más cargos públicos
«A mí me importa un bledo Marco Antonio, Jeb Bush o cualquiera de ellos», protesta el presidente del NILP. Falcon no cree que ninguno pueda competir en cuatro años con el voto demócrata. Ni George W. Bush, el republicano que más porcentaje de votos hispanos ha recibido en la historia al llegar al 40% «con la mejor campaña propagandística que se hubiera visto», aclara Navarro. «Mandaron un cedé con un vídeo muy bien hecho a todos los hispanos de siete estados».
Lo que Falcón quiere es que los demócratas empiecen a pagar la lealtad de su comunidad con cambios palpables que respondan a sus necesidades. Eso tendría que empezar por la promesa de una reforma migratoria y el aumento del número de hispanos en cargos públicos. «Somos la comunidad menos representada en el gobierno federal», explica. «Representamos el 16% de la población y el 13% de la fuerza laboral, pero solo el 8% de los cargos federales», agrega.
Obama se apuntó el tanto de nombrar a la primera jueza hispana del Tribunal Supremo, Sonia Sotomayor, lo que provocó por primera vez que The New York Times y otros periódicos debatieran en sus páginas si es mejor hablar de latinos o de hispanos, sin llegar a una conclusión.
La primera intervención en la convención demócrata fue la del alcalde de San Antonio, Julian Castro, que a juicio de Falcón es todavía un político muy local. Entre los más nombrados para ejercer el liderazgo hispano destacan el exalcalde de Los Angeles y presidente de la Convención Demócrata de este año, Antonio Villaraigosa, el exsecretario de Vivienda con Bill Clinton Henry Cisneros, el exgobernador de Nuevo México y exembajador en la ONU con Clinton Bill Richardson, el senador de Nueva Jersey Bob Menendez, la presidenta del Consejo Nacional de La Raza Janet Murguía, el expresidente del caucus hispano del Congreso Javier Becerra y el chicano que obstenta actualmente el cargo, Luis Gutierrez.
«Puede que el país esté listo para un presidente hispano, pero la comunidad hispana no», sentencia Falcon. «Es hora de unirnos con una estrategia común y forjar líderes con impacto nacional para que dejen de acordarse de nosotros solo cuando llegan las elecciones. Tenemos que aprovechar el poder que tenemos, ése es el verdadero reto».