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«Sueño con Banderas desnudo cubierto de guacamole»
La escritora superventas publica 'Amor', un libro en el que relata su relación con el erotismo y la sexualidad Isabel Allende Escritora
MADRID. Actualizado: Guardar«Perdí mi virginidad por casualidad, sin darme cuenta, en una sesión de besos apasionados y prohibidos», confiesa Isabel Allende. Y esa imagen es perfecta para hablar de 'Amor', su nuevo libro. Porque en él, y a través de una selección de las mejores escenas amatorias de sus novelas, consigue establecer una secreta complicidad con el lector, mientras le guiña un ojo a través de sus experiencias en este campo, el del erotismo y la sexualidad.
Un encuentro íntimo con una de las escritoras más leídas del mundo, autora de novelas como 'La casa de los espíritus' o la autobiográfica 'Paula' -dedicada a su hija fallecida con 28 años-, que revela ese «misterio de lo prohibido» que está tan de moda.
-¿Por qué publicar ahora este libro sobre el amor y el erotismo en su obra?
-Me pareció que cumplir setenta años es un buen momento para pensar en la sensualidad y el amor carnal. Mi abuelo, que murió cerca de los cien años, decía que el erotismo nunca termina, es una planta que se mantiene viva con un mínimo de cuidado.
-Para usted, ¿qué diferencia hay entre literatura erótica y pornográfica?
-Erotismo es la pluma y pornografía, la gallina. El erotismo excita todos los sentidos y, por lo general, cuenta una historia. La pornografía es descripción hidráulica.
-¿Dónde queda el límite entre una y otra?
-Es muy personal, porque el límite está en la vulgaridad y hay gente que tolera más vulgaridad que otra.
-¿Qué libros de aquellos 'prohibidos' de su infancia y adolescencia le influyeron más a la hora de escribir y cuál recomendaría?
-No puedo recomendar nada porque lo que a mí me inflamó la imaginación a los 13 años hoy es literatura infantil, 'Las mil y una noches'.
Madre nonagenaria
-¿Cómo tiene que estar narrado el sexo para que la excite?
-Tiene que sugerir lo que ocurre, sin ser totalmente explícito. No necesito que me digan quién pone qué cosa y dónde, prefiero imaginarlo. Quiero saber qué sienten los personajes, eso es más interesante que saber lo que hacen.
-Nunca ha escrito un libro erótico, a pesar de todo el que destilan muchas de sus novelas. ¿Por qué? ¿Lo hará algún día?
-Estaba esperando que se muriera mi madre para escribir una novela erótica, pero ya tiene 92 años y creo que es inmortal. Ya no tengo el mismo entusiasmo de antes por el erotismo literario, bastante trabajo me da el erotismo doméstico.
-A lo largo de su extensa obra y ahora, en 'Amor', hemos ido descubriendo un 'catálogo' de amores que tiñen las relaciones humanas: el adolescente, el de la amistad, el romántico. ¿Qué importancia ha tenido el amor en su vida?
-El amor ha sido esencial en mi vida, he estado enamorada desde que me acuerdo. No me refiero a estar acompañada o a querer a alguien, sino al enamoramiento activo, apasionado, exclusivo, celoso. Según Willie [su marido], yo soy capaz de agotar a todo el cuerpo de bomberos con mi intensidad. He tenido suerte, ya que no me han faltado enamorados y todavía nadie me ha dejado, pero estoy segura de que he amado más de lo que he sido amada. ¿Qué es más importante? Para mí es más importante el amor que doy.
-¿Qué huella imborrable le dejó su primer amor?
-Me reveló que la expresión 'perder la cabeza' es correcta. Me enamoré de un inglés en el Líbano que ni siquiera supo de mi existencia, no creo que me distinguiera sobre el dibujo de la alfombra, y estuve enamorada casi dos años sin el menor incentivo.
-¿Cómo describiría en sus palabras la lujuria, esa que sintió al encontrar a Willie Gordon, su esposo?
-Tuve ganas de acostarme con él. Me gustó su olor (me sacó a bailar y le olí la camisa). Me gustó su voz, la elegancia de sus manos, la mezcla de apariencia distinguida y buena ropa, con tatuajes y acento español propio de un soldado de Pancho Villa. Me gustó la historia de su vida. Para mí no hay nada tan seductor como una buena historia.
-Ya que, como recuerda en 'Amor', es una lástima que el ardor alborotado se transforme en amor calmado, ¿cómo se mantiene viva la llama de la pasión y el deseo en una pareja que envejece junta?
-Willie y yo hacemos citas para el amor. Para nosotros, son como días de fiesta. Además, los dos nos cuidamos de mantener las apariencias. Después de 25 años de matrimonio, somos discretos con el baño, con las funciones corporales, los malestares propios de la edad, la fealdad general de la existencia. No quiero ver a Willie en pijama y pantuflas a las once de la mañana viendo televisión. Y supongo que él prefiere verme en una bonita camisa de dormir en vez de una de sus remeras andrajosas.
-¿Tiene sueños eróticos?
-Los tengo a menudo. El más vívido fue con Antonio Banderas desnudo sobre una tortilla mexicana, cubierto de guacamole y salsa picante. Ese sueño originó mi libro 'Afrodita'.