Goya y Ondas para la 'chica yeyé'
La Academia de Cine reconoce la «capacidad de trabajo y versatilidad» de Concha Velasco
Actualizado: GuardarConcepción Velasco Varona ya bailaba a los cuatro años y cantaba 'Francisco alegre y olé' sobre las mesas del Casino de Valladolid. A los quince, esta hija de militar franquista y maestra republicana apareció en los títulos de crédito de 'La reina mora'. «Yo hice 'Las chicas de la Cruz Roja' en 1958, y no podía tener catorce años», ironiza la actriz, que el próximo 29 de noviembre cumplirá 73. El Goya de Honor y el Premio Ondas por su papel en la serie 'Gran Hotel' coincidieron ayer en honrar a la Velasco, como se la conoce en una profesión donde se la quiere y respeta.
La buena noticia la pilló, cómo no, sobre un escenario. Su nuevo espectáculo en el madrileño teatro de La Latina, 'Concha, yo lo que quiero es bailar', repasa medio siglo de carrera y sirve de catarsis cada noche a una mujer que ha tenido que empezar de cero varias veces. Su indómito amor de treinta años con el fallecido Paco Marsó se saldó con el divorcio y la bancarrota. Las infidelidades y las deudas las combatía trabajando como una burra. En los 60 y 70 llegó a rodar hasta siete películas al año, al tiempo que llenaba los teatros.
«Nunca pienso en lo que me ha quedado por hacer, pienso en lo que he hecho. Tampoco recuerdo a la gente que no me ha llamado, agradezco a los que me han contratado y han permitido que mi familia viva muy bien gracias a mi profesión», expresó ayer la popular intérprete, que ha presentado la gala de los Goya en un par de ocasiones pero nunca ha ganado una estatuilla pese a sus dos candidaturas (por 'Esquilache' y 'Más allá del jardín').
Conchita Velasco fue madre soltera en una época en la que representó «la imagen de muchacha moderna pero honrada, simpática y no casquivana, redicha, pícara, con sentido común y respetuosa del orden; es decir, una perfecta novia», como resume el 'Diccionario del Cine Español' dirigido por José Luis Borau. 'Las chicas de la Cruz Roja', 'El día de los enamorados', 'Los tramposos'... Clásicos del programa 'Cine de barrio', que ahora presenta tras reemplazar a otra gloria nacional, Carmen Sevilla.
La actriz no se olvida de sus compañeros, «los actores españoles, que han tenido una calidad inmensa en todas las épocas y no siempre reconocida». «Hablo tanto de los secundarios, que han sostenido y sostienen nuestro cine, como de los protagonistas, porque la fábrica de sueños necesita de ellos». De entre todos sus 'partenaires' se queda con dos: Tony Leblanc, «un amigo al que le debo todo», y Manolo Escobar: «Las cinco películas que hicimos juntos están a la altura de las de Katharine Hepburn con Spencer Tracy».
A la cuarta mujer que recibe el Goya de Honor en los 27 años de historia de los premios le siguen brillando los ojos como cuando era 'La chica yeyé'. Desprende la sabiduría de 'Teresa de Jesús', el dolor de la corista puteada de 'Pim, pam, pum... ¡fuego!' y el descaro de la cachonda protagonista de 'París-Tombuctú', donde Luis García Berlanga se dio, por fin, el gustazo de desnudarla. «Ya no espero nada ni a nadie cuando duermo. Me basta que me llamen mis dos hijos para decirme que han llegado a casa. Creo que más que insomnio, yo era una mujer cabreada».
Velasco se define como «una buena intérprete», una «actriz de tripa, tal y como decía Berlanga». Siempre se ha mostrado orgullosa por una carrera en cine que califica de «seria» y en la que ha tenido la suerte de «conectar» con el público.