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La partícula de Dios congrega devotos
Higgs explica a un público entregado su célebre teoría sobre el elemento subatómico más esquivo e inestableRevela en Barcelona que su descubrimiento le ha cambiado la vida y, como ateo, confiesa su malestar con el nombre dado a su hallazgo
BARCELONA. Actualizado: GuardarLe llaman la partícula de Dios. Es uno de los mayores hallazgos científicos de los últimos tiempos, el eslabón perdido del modelo estándar de la física de partículas que finalmente explica por qué la materia tiene masa, y da sentido al origen del mundo. El científico británico Peter Higgs explicó ayer ante una audiencia fascinada, en una multitudinaria conferencia en el museo Cosmocaixa de Barcelona, cómo dio origen a su criatura, el bosón de Higgs, del que medio mundo habla desde que el pasado 4 de julio el Centro Europeo de Física de Partículas (CERN) confirmara su existencia, 48 años más tarde de que fuera planteada por Higgs en el año 1964.
El bosón es una partícula fundamental que genera la masa de las partículas del universo. El científico es consciente de que no es un concepto sencillo, «no podría explicarlo a una niña de seis años» -admite-, y para ilustrarlo recurre a una analogía: «podría ser como una refracción de luz en un medio transparente».
El profesor explica que lo que le llevó hasta el bosón fue el deseo de encontrar aquello que fallaba en el modelo vigente en los años 60, que no acababa de explicar las interacciones entre partículas. «El problema era que los científicos se estaban centrando en el estudio de las interacciones fuertes, cuando había que centrarse en las interacciones débiles».
Higgs, de espíritu tranquilo y poco amigo de los focos, reconoce que el hallazgo le ha otorgado una atención mediática que ha cambiado su vida, y que podría hacerle merecedor del Nobel. «Soy consciente de que puedo ganarlo, aunque sinceramente me gustaría tener un respiro de tanta 'higgsteria'», dice con modestia.
Nombre grandilocuente
El catedrático de la Universidad de Edimburgo, de 83 años, se confiesa ateo y asegura que no soporta que su descubrimiento haya sido bautizado con el grandilocuente sobrenombre de partícula de Dios. «Confunde a la gente al mezclar campos que no tienen nada que ver como la ciencia y la teología», dice el científico, quien aclara que ese nombre tiene su origen en «una broma que nadie tenía que haberse tomado en serio».
En 1996 el físico estadounidense Leon Lederman se refirió en su libro al bosón como la «maldita partícula» («the goddamn particle», en inglés) porque los científicos no eran capaces de demostrar su existencia, pero a su editor no le convenció la connotación negativa del apelativo, y prefirió quedarse con la primera parte del vocablo y usar un término más comercial: 'The God particle', 'La partícula de Dios', para dar título al libro.
A Higgs tampoco le gusta que el hallazgo lleve su apellido, y opta por un nombre más democrático, aunque impronunciable: ARFGHHK'tH, que hace referencia a los apellidos de los ochos físicos, él incluido, que contribuyeron a la teoría que explicaría la existencia de la partícula.
Tras cuatro décadas de experimentos el bosón fue finalmente detectado por el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el mayor acelerador de partículas del mundo, construido por la Organización Europea para la Investigación Nuclear en Ginebra. «El descubrimiento ha sido posible gracias a los avances tecnológicos», reconoce Higgs, que se define como un científicos de «baja tecnología», pues apenas usa Internet y nunca envía correos electrónicos. Durante la charla prefirió no contar con el apoyo de medios informático y como único soporte utilizó las notas manuscritas que traía consigo.
El hallazgo abre las puertas del mundo subatómico, y puede conducir a nuevas investigaciones sobre el cosmos, aunque «aún quedan muchas respuestas por responder» en torno a la partícula, según admite el propio descubridor, como por ejemplo el tamaño de la masa del bosón.
Según el modelo estándar debería tener un gran tamaño, aunque recientes investigaciones señalan que podría ser mucho más pequeña de lo que en un principio se podía pensar.