Artur Mas, en la cámara de Comercio de Barcelona. :: TONI ALBIR / EFE
ESPAÑA

Rajoy afirma que Mas «va contra la historia» en su reto soberanista

El presidente de la Generalitat sostiene que la oferta de diálogo del Gobierno se traduce en «palos, patadas y golpes» a Cataluña

MADRID / BARCELONA. Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy insistió ayer en su política de palo y zanahoria con el presidente de la Generalitat de Cataluña. Denunció que el proyecto independentista de Artur Mas «va contra la historia, contra el signo de los tiempos y contra el sentido común». Pero a continuación afirmó que su oferta de diálogo para encontrar una salida a la encrucijada sigue en pie y así va a seguir «hasta agotar todas las posibilidades». Una invitación que para Mas no es tal porque Cataluña solo recibe desde Madrid «palos, patadas y golpes».

Lejos de acercar posiciones, Rajoy y Mas mantienen en todo lo alto su pulso ante los planteamientos soberanistas del nacionalismo catalán. El presidente del Gobierno señaló que las cosas en «el mundo» no están para «levantar muros ni levantar fronteras» sino para hacer «apuestas por la integración y los espacios abiertos». Justo, en su opinión, lo contrario de lo que plantea el presidente de la Generalitat de Cataluña, que «se está equivocando y mucho» con su propuesta de celebrar una consulta sobre el derecho de autodeterminación en la próxima legislatura, en 2014 apuntan en círculos nacionalistas.

El jefe del Ejecutivo señaló en una entrevista en la cadena Cope que aunque la intentona independentista va a quedar en nada, en este enfrentamiento «perdemos todos, el conjunto de los españoles y de manera muy especial los catalanes». Aseguró una vez más que el Gobierno, cuando llegue el momento, utilizará todos los resortes jurídicos a su alcance para impedir cualquier acción ilegal, como la consulta popular prometida por Artur Mas. Entre las herramientas que tiene el Ejecutivo está el recurso al Constitucional para que paralice la celebración del referéndum o, en caso extremo, la aplicación del artículo 155 de la Constitución para suspender la autonomía de Cataluña.

Aunque, advirtió, ese momento no ha llegado, todavía no se ha sobrepasado la fase del diálogo y ratificó la oferta que puso sobre la mesa hace dos semanas. «Voy a intentar hablar, voy a agotar todas las posibilidades» con la única condición de que no haya «imposiciones por parte de nadie». Rajoy señaló que en ese hipotético, y cada día más imposible, diálogo está abierto a escuchar todo tipo de propuestas, menos una, la de «incumplir la ley», esto es, autorizar una consulta popular en Cataluña. «Nadie en su sano juicio» puede pedir eso al presidente del Gobierno. Pero eso es, justamente, lo que se reclama desde Barcelona, carta blanca para consultar «al pueblo catalán», como dice el 'president' una y otra vez.

Con los empresarios

Artur Mas, rodeado de empresarios en la Cámara de Comercio de la capital catalana, hizo una lectura muy poco conciliadora de las palabras dialogantes de Rajoy. A su juicio, la invitación al diálogo que surge de Madrid se resume en «palos, patadas y golpes» a Cataluña. Un tono que, por si había alguna duda, evidencia que los llamamientos a la concordia caen en terreno estéril.

El presidente de la Generalitat, en el tono épico que caracteriza sus últimas intervenciones, se mostró dispuesto a «ir hasta el final» en su apuesta por la independencia de Cataluña. Solo puso una condición: «que haya una sociedad que se lo crea». «Yo me mojo» si es así, afirmó en referencia a la consecución de una amplia mayoría de CiU y las fuerzas independentistas en las elecciones del 25 de noviembre o a conseguir un masivo respaldo a la secesión en la hipotética consulta popular.

Mas aprovechó su presencia en el prestigioso foro empresarial para afirmar que, pese al silencio de las principales organizaciones patronales catalanes, se siente «acompañado» por ellas en su batalla por la independencia. Dijo comprender que los empresarios se sientan incómodos en este debate porque tienen muchos intereses económicos en España, pero asimiló «el silencio de la respuesta» a un mutismo cómplice con sus planteamientos. Aseguró además que no iba a poner «una pistola en el pecho» a ningún empresario para que secunde sus posturas.

El presidente de la Generalitat no dejó escapar a su selecto y nutrido auditorio sin explicar las bondades económicas de una Cataluña independiente. Aseguró que si se desentiende de los mecanismos de solidaridad con otras comunidades autónomas la deuda catalana se reduciría «en 12.000 u 11.000 millones» anuales, de forma que en una legislatura podrían extinguir toda la deuda de Cataluña, que supera por poco los 40.000 millones de euros.