Un hombre sacrifica un cordero en plena calle ante la curiosa mirada de un grupo de niños. :: M. AYESTARAN
MUNDO

La tregua siria muestra su fragilidad

Un coche-bomba mata al menos a doce personas en Damasco en el primer día del alto el fuego

DAMASCO. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hay que moverse temprano para comprar el mejor cordero. Hussam sale del hotel en el que trabaja y va directo a la calle Thaura para hacerse con el mejor ejemplar posible. No se acuerda del alto el fuego oficial en vigor desde la media noche, aunque le sorprende que por primera vez en mucho tiempo no escucha cañonazos, disparos, explosiones o el vuelo de los cazas. Una sensación que irá perdiendo fuerza con el paso de las horas, sobre todo tras la explosión de un coche bomba en el barrio de Daf al-Shouk que costó la vida al menos a doce personas e hirió a decenas, según la agencia Sana. El objetivo del ataque fue un bloque de viviendas de la Policía y la acción recordó a ambos bandos que grupos salafistas yihadistas como el Frente Al Nusra, vinculado a Al-Qaida, no se comprometieron a respetar ningún acuerdo de bajar las armas y dejaron bien clara su intención de «luchar hasta el final».

Mientras miles de sirios cumplían en Damasco con el ritual de la compra del cordero, el presidente Bashar al-Asad participaba en la tradicional oración que marca el inicio de esta fiesta religiosa en la que los musulmanes conmemoran la voluntad de Abraham de sacrificar a su hijo como acto de obediencia a Dios, que intervino en el último momento y cambió al niño por un cordero. El-Asad eligió esta vez la mezquita de Al-Afran y estuvo respaldado por la plana mayor del régimen y del partido Baaz. Cada vez es menos habitual ver al presidente en público, como el resto de sirios prefiere mantenerse a cubierto.

Pese a ser un día grande para los musulmanes, en Damasco no había mucho que celebrar y las calles estuvieron vacías durante toda la jornada. Algunos activistas consultados se pasaron el día pegados a internet siguiendo las noticias que llegaban desde distintos puntos del país que les confirmaban que «no hay alto el fuego, ni muchísimo menos, todo sigue igual». En los habituales puntos calientes de los últimos días parece que no hubo variaciones, entre ellos Maarat al-Numan, ciudad del norte clave en la ruta hacia Alepo, donde volvieron a registrarse enfrentamientos. También en Harasta, a las afueras de la capital, la oposición denunció la muerte de tres personas debido al fuego desde tanques del Ejército.

Corderos a 175 euros

El Estado mayor sirio no negó las operaciones de sus fuerzas, pero las enmarcó dentro del «derecho a la respuesta ante las acciones de los terroristas», nombre que asignan a todos los miembros de la oposición que empuñan un arma. Pese a todas estas violaciones de la tregua, la percepción de muchas personas consultadas en la capital fue de un descenso de la violencia. «Veo al Ejército más tranquilo que otros días, pero no estoy seguro de que el Ejército Sirio Libre pueda controlar a todos sus grupos», aseguraba un ciudadano. En el centro de Damasco se mantuvo la vigilancia a la salida de los templos y no se registraron incidentes, pero la oposición aseguró que se celebraron manifestaciones multitudinarias en las zonas fuera del control de las autoridades.

Cientos de animales esperaban la llegada de compradores en corrales improvisados en distintas partes de la capital. «El negocio va igual que otros años. Este año los ganaderos no pueden exportar a Arabia Saudí, así que todos los animales deben ser sacrificados en Siria», informa el dueño de una carnicería. El matarife afila su cuchillo y tras dar gracias a Dios secciona el cuello del animal. Cada compra se precede de un pequeño regateo, pero el precio medio de un animal es de 14.000 libras, unos 175 euros al cambio, lo equivalente a un mes de sueldo para un trabajador normal. «Es demasiado caro, yo me conformaré con matar un pollo», bromea un funcionario que sigue el espectáculo rodeado de mendigos que esperan que se terminen de trocear las piezas porque la tradición manda repartir los corderos sacrificados entre los pobres.

La tregua que concluirá el lunes es toda una prueba de confianza entre régimen y oposición, la única esperanza para millones de sirios que se han quedado en medio del fuego cruzado y que lo único que desean es que las armas callen para siempre.