Rajoy pasa frente a Mas en la Conferencia de Presidentes del pasado 2 de octubre. :: SERGIO PÉREZ / REUTERS
ESPAÑA

Mas sostiene que se limitó a informar a Rajoy del anhelo soberanista de Cataluña

Afirma que salir ahora con denuncias de un chantaje es «la excusa del mal pagador» que no sabe qué hacer ante el reto catalán

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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Hasta la fecha no se sabe si en la campaña catalana habrá debates televisivos mano a mano entre los primeros espadas. Aunque el primer cara a cara ya se ha producido. Lo han protagonizado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el president del Govern, Artur Mas, a propósito de un presunto chantaje del segundo al primero cuando se reunieron en la Moncloa el 20 de septiembre pasado. El gobernante catalán negó que tratara de coaccionar al jefe del Ejecutivo y aseguró que se limitó a «describir» la situación que se abriría si rechazaba, como hizo, la propuesta de pacto fiscal. Y eso, subrayó, «no es ninguna amenaza».

Mas atribuyó esta reacción de Rajoy a que no se creyó que iba a dar el paso del adelanto electoral ni que el Parlamento catalán iba a aprobar la celebración de una consulta soberanista en la próxima legislatura. Acusó a Rajoy de dar ahora «excusas de mal pagador» porque no sabe cómo solucionar el reto planteado desde Cataluña.

El presidente de la Generalitat detalló que en aquella reunión y ante la actitud del presidente del Gobierno, no tuvo más remedio que advertirle de que si no escuchaba las reclamaciones catalanas, que «no se extrañara de que la situación fuera evolucionando hacia aquello que en Madrid os da tanto miedo». Es decir, que no se sorprendiera del aumento del sentimiento soberanista, ya certificado en la manifestación de la Diada, celebrada una semana y media antes de la cita en la Moncloa.

De hecho, el presidente de la Generalitat, que avisó a Rajoy en febrero, cuando se reunieron por primera vez, de que sin pacto fiscal Cataluña tomaría «su propio camino», planteó el éxito de convocatoria de la marcha independentista como un argumento de presión para la conversación con Rajoy. Finalmente no hubo tal negociación y ambas partes se cruzaron reproches sobre la poca disposición al diálogo de su interlocutor. «Me dijo -comentó ayer Mas-, volved el año que viene y dentro del marco de las autonomías, ya hablaremos. Esa es la única puerta que abrió».

En cambio, Rajoy aseguró el martes en el Senado que quien no quiso hablar fue Artur Mas, quien acudió a la Moncloa con la idea de «lo tomas o lo dejas». «Yo lo he intentado, pero para que se pueda hablar y dialogar las dos partes lo tienen que querer», precisó el jefe del Ejecutivo central. Y, entre medias, el tercero en discordia, Alfredo Pérez Rubalcaba, al que nadie invitó al cara a cara pero también se apuntó, afirmó que Mariano Rajoy fue al Senado a «contar una cosa jugosa (la denuncia de chantaje) para que el debate de los presupuestos pasase a un segundo plano».

Campaña con dos polos

La polémica en torno a la reunión ha avivado la precampaña, en la que es evidente que estará marcada por la fricción entre los dos polos que representan CiU, el soberanismo, y el PP, el constitucionalismo. Cada uno de ellos quiere aglutinar el voto útil de los que comparten su línea de pensamiento, dejando al PSC en tierra de nadie con su discurso federalista. Los populares van a pisar el acelerador desde el primer momento y este viernes y sábado reunirán en Barcelona a su asamblea intermunicipal, acto que inaugurará Dolores de Cospedal y clausurará Mariano Rajoy. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y toda la plana mayor del PP participarán en los debates en la capital catalana.

Mas, entretanto, comenzará el 7 de noviembre en Bruselas, dos días antes del inicio oficial de la campaña electoral, su periplo internacional para exponer su proyecto soberanista. Es probable, según fuentes de la Generalitat, que la gira incluya también Berlín.

Una actividad diplomática que se explica porque un elemento clave en el debate será el de los miedos que genera en parte de la sociedad una Cataluña independiente fuera de la UE o del euro. El asunto no es baladí, pues de celebrarse hoy un referéndum soberanista con garantías de que Cataluña seguiría en la UE, el sí a la independencia se dispararía hasta el 62%, pero bajaría hasta el 44,7% en caso de que quedara fuera de la Unión. En el contexto actual, en el que no es fácil saber qué ocurriría, el 53% votaría a favor de la segregación, según una encuesta de Rac1.