La casa de la vida
Actualizado: GuardarSiempre imaginó Borges que el paraíso sería algún tipo de biblioteca. Un jardín de papeles que daban como fruto las historias más hermosas y donde se guardaban los cuadernos de ruta que habían seguido las palabras desde la piedra y la ceniza hasta el papel. Porque por encima de la materia orgánica, somos palabra, porque mucho antes de que seamos algo, ya se nos anticipan las palabras «será niña», «será grande». Y porque son esas mágicas palabras mágicas las que conjuran nuestro futuro y que velan de nuestro pasado, las que conforman los límites del paraíso de Borges, las bibliotecas, las casas de la vida que decían nuestros antepasados, son lugares donde volver a nacer. Donde encontramos el camino para apropiarnos de un mundo y de una historia diferentes con cada libro que cogemos de un estante. Donde exploramos nuevas tierras, donde conquistamos nuevos mapas, donde nos rendimos ante la evidencia de que existimos y de que somos, por encima de todo, palabras.
Hoy se celebra el Día Internacional de las Bibliotecas, de los cementerios de libros como han querido llamarla aquellos a los que les sigue asustando que la palabra sea un arma cargada de futuro, aquellos a los que les interesa expulsarnos del paraíso para que vaguemos eternamente entre tinieblas y oscuridad. Una sociedad formada e instruida en bibliotecas es más fuerte que el más poderoso de los ejércitos, solía decir San Martín.
Por eso, sólo por eso, vaya hoy a su biblioteca más cercana y de una vuelta por el paraíso. Decía Headley que por el número de bibliotecas que posee un país y por el uso que de ellas hacen sus ciudadanos se puede saber el nivel de vida presente y qué suerte de futuro le aguarda. Entre en su biblioteca, elija al azar un libro del primer estante que vea, y déjese llevar por sus sentidos, tóquelo, huélalo, léalo. Léalo porque así será más fuerte y porque así podrán engañarlo menos. Que todo está en los libros, no lo olvide.