Obama y Romney se despiden al finalizar el tercer debate de campaña. A la izquierda, los candidatos, con sus esposas. :: SAUL LOEB/ AFP
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Romney se camufla para arañar votos a Obama

El presidente domina el debate sobre política exterior ante un 'pacifista' candidato republicano

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Se acabaron los debates. Barack Obama ganó en sustancia el último celebrado el lunes en Boca Ratón (Florida) -48% frente al 40%-, pero Mitt Romney consiguió lo que buscaba: demostrar que no será otro George W. Bush. Con eso, el republicano cree haber cerrado con broche de oro su estrategia para ser el nuevo presidente de EE UU.

El tema era la política exterior, algo que el presidente domina y que a sus ciudadanos importa poco. Lo que sí les preocupa es que la vuelta de un republicano a la Casa Blanca involucre al país en nuevas y costosas guerras, cuando todavía no se ha recuperado de la crisis económica. De ahí que el Romney que apareció en este último debate fuera el más contenido y moderado de todos, incluso un pacifista. Su misión no era responder a los ataques de Obama, que entró a matar, necesitado como estaba de apuntarse otra victoria. Romney tenía que demostrar que será un presidente calmado que no responderá a las provocaciones apretando el gatillo. De ahí que Obama pudiera atacarle a gusto sin que éste le devolviese más que sonrisas enigmáticas. En algún momento hasta parecía que los candidatos se habían intercambiado la ideología.

«Felicito al presidente por haber quitado de en medio a Osama bin Laden y haber ido tras la cúpula de Al-Qaida, pero no podemos salir de este lío a tiros», explicó el republicano, para sorpresa de los demócratas. «Vamos a tener que poner en marcha una robusta estrategia para ayudar al mundo islámico y a otras partes del mundo a rechazar la violencia del extremismo radical».

Romney ya no quiere intervenir en Siria, pretende intensificar las sanciones contra Irán, continuar el plan de retirada de Afganistán y comparte las ideas del presidente en Irak, al que ni siquiera atacó por los fallos de seguridad en Libia. De hecho, estuvo de acuerdo con él una decena de veces. El exgobernador de Massachusetts sabe que la política exterior del mandatario es popular y no ve necesidad de distanciarse de él, porque ante la falta de diferencias lo que cuenta es la economía, y en eso le lleva ventaja.

De ahí que entre las pocas diferencias destacó la política con respecto a China, país al que han ido muchos de los puestos de trabajo desaparecidos en EE UU. Romney promete mano dura con China, como quiere el 56% de los estadounidenses, según una encuesta del Pew Research Center.

Por eso el disparo más acertado de Obama fue en Defensa. No solo porque dio con la frase más popular de la noche, sino porque expuso las contradicciones presupuestarias del candidato republicano, que quiere incrementar el presupuesto de Defensa en cuatro billones de dólares a lo largo de la próxima década. Romney destacó que la marina estadounidense tiene ahora menos barcos que en ningún momento desde 1917. «Sí, y también menos caballos y bayonetas», se burló Obama.

Plan para crear empleo

Su intención era resaltar las contradicciones del candidato republicano que en las primarias del partido se posicionó con la ultraderecha y ahora se presenta como un moderado. «Lo de anoche fue un serio episodio de lo que llamamos 'Romnesia'», se mofó ayer Obama. «Por lo menos en tercer grado, porque ni siquiera se acordaba de lo que dijo la semana pasada. Pero no se preocupe, que 'Obamacare' cubre las condiciones preexistentes y podemos ocuparnos de ello».

El presidente tiene una pequeña desventaja en Florida, pero no lo suficiente como para abandonar el estado clave para ganar la Casa Blanca. Su estratega David Axelrod asegura que sigue siendo competitivo en todos los estados que identificaron como indecisos al principio de la campaña, y no piensan renunciar a ninguno hasta que hablen las urnas. Sin embargo, los identificados como estados de batalla por todos los analistas se han reducido a siete: Virginia, Colorado, Nevada, Iowa, Wisconsin, New Hampshire y Ohio. Este último parece ser el clave para ganar la Casa Blanca. Tanto por los 18 delegados que aporta, como por su pasado político. Ningún republicano ha llegado a la presidencia sin ganarlo. Tampoco Obama, que flaquea en Florida, el premio gordo con 29 delegados, y no parece probable que gane los 15 de Carolina del Norte, no se puede permitir perderlo. En Ohio, donde uno de cada ocho puestos de trabajo depende de la industria automovilística, su mayor activo es el rescate de General Motors que, con todo, no ha sellado el pacto con los votantes. Especialmente ahora que Romney defiende que defendió lo mismo que hizo Obama.

Prueba de que la campaña del presidente está realmente preocupada por la ventaja del republicano en el aspecto económico es el relanzamiento que hizo ayer de este aspecto de su agenda. A dos semanas de las elecciones presentó 'El Nuevo Patriotismo Económico', un folleto de veinte páginas en el que explica «el plan para crear empleo y dar seguridad a la clase media». Próximamente en los buzones de 3,5 millones de votantes indecisos, que tienen la última palabra.