Damasco se convirtió ayer en una ciudad casi peatonal y en algunas calles se cruzaron camiones para evitar la circulación. :: M. AYESTARAN
MUNDO

El yihadismo pone en jaque a El-Asad

Los coches-bomba y ataques suicidas de las brigadas del Frente Al-Nusra son la mayor amenaza para el régimen sirio

DAMASCO. Actualizado: Guardar
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Un grupo de operarios reconstruye el muro de protección de la sede del Estado Mayor en la plaza de los Omeyas de Damasco. Pese a la enorme tela verde que cubre la fachada de este edificio de cuatro plantas, en los laterales queda desnuda la estructura calcinada por el ataque sufrido a finales de septiembre. Fue el último gran golpe de la larga lista de operaciones suicidas llevadas a cabo en la capital por el Frente Al-Nusra, el grupo salafista yihadista más activo en Siria que ha llevado a las autoridades a blindar la capital y convertirla en una especie de Bagdad con calles cortadas y muros frente a las instituciones públicas.

La irrupción de este grupo próximo a Al-Qaida se produjo el 24 de diciembre de 2011 y su ataque más sangriento hasta el momento fue contra una sede de la seguridad en Qazaz, en el que 55 personas perdieron la vida y más de 300 resultaron heridas. Fue la tarjeta de presentación y encendía las alarmas en Occidente sobre la deriva de los grupos armados de la oposición, que se agrupan bajo el paraguas del Ejército Libre Sirio (ELS). Pese a defender que sus objetivos son siempre las fuerzas de seguridad, las acciones más importantes llevadas a cabo en Damasco han costado la vida a decenas de civiles, como el taxi bomba del pasado domingo en el barrio cristianos de Bab Touma y que las autoridades atribuyen a este grupo por las características del ataque.

«Para ellos derrocar el régimen supone solo la mitad de la batalla, el objetivo final es imponer la sharia en todo el país», recoge el informe del International Crisis Group (ICG) titulado 'La yihad indecisa: oposición fundamentalista en Siria'. Este organismo analiza el auge de los grupos salafistas que participan en la revuelta y lo considera «natural» debido a «la combinación entre el aumento de la violencia y la falta de esperanza en una rápida solución». El ICG, sin embargo, alerta de que «supone un problema para la oposición porque valida la tesis del régimen (sobre el enemigo terrorista) y justifica su represión» a la vez que «preocupa cada vez más a los potenciales patrocinadores occidentales».

Un problema que «el ELS no puede afrontar ahora porque su prioridad es luchar contra el régimen y lo importante es aunar fuerzas, después de la victoria será momento de afrontar el tema salafista», señalan activistas que admiten el auge extremista en las filas de los combatientes en la zona rural de Damasco, donde la bandera negra de la guerra santa comparte protagonismo con las verde, blanca y negra del ELS.

Ataques selectivos

«No me sorprende su irrupción porque se da el caldo de cultivo perfecto para este tipo de grupos. Explosión demográfica en las zonas rurales donde más peso tienen los clérigos salafistas, desempleo, pobreza y ahora violencia y millones de dólares desde el Golfo, todo lo que necesitaban», apunta el analista político Nabil Fayaz, amenazado de muerte por este grupo debido a sus ataques públicos al Corán y a Mahoma. El periodista Aiman Wannous llevaba meses recibiendo este tipo de amenazas por sus artículos en el semanario Al-Azmenah hasta que la semana pasada una bomba lapa adosada a su coche estuvo a punto de matarle. Perdió las dos piernas y ahora solo piensa «en volver a escribir porque este ataque me confirma que lo estaba haciendo bien. Esta gente no acepta a nadie que piense diferente», confiesa mientras muestra en el Facebook la página de la brigada Moawiya ben Abi Sufian que reivindicó la acción contra «un altavoz del régimen».

A diferencia de lo que sucede en Alepo, en la capital el régimen logró frenar la ofensiva lanzada por las milicias del ELS tras el atentado del 18 de julio en el que perdieron sus vidas los responsables de la cúpula de seguridad. Las autoridades dieron luz verde al uso máximo de la violencia contra las zonas hostiles y aplastaron el levantamiento a base de artillería, helicópteros y bombardeos de cazas, por eso «ahora el peso de la lucha ha recaído en el Frente Al-Nusra, con unos ataques más precisos contra objetivos de primer nivel y en pleno centro, lo que mina seriamente la moral de las tropas y de la población», opinan expertos en seguridad consultados.

Estas fuentes alertan del «enorme gancho que supone este grupo para todo el mundo radical», un efecto llamada que pudo ser el que atrajo a los tres ceutíes que viajaron a Siria para combatir con la oposición. «Y llevamos un retraso de 19 meses, el tiempo que le ha costado a Occidente darse cuenta de los miles de yihadistas operativos», piensan los expertos.

«¿Qué haces aquí, no ves que puedes saltar por los aires en cualquier momento?». Pregunta al periodista uno de los militares que custodia la plaza de la Siete Fuentes frente al Banco Central de Damasco. Dos operarios sueldan unos hierros para colocar una barrera y varios camiones cisterna bloquean el paso de cualquier vehículo. En el fondo un hongo de humo sobresale entre los edificios y empiezan los rumores sobre un posible ataque. Al final resulta una explosión controlada de un artefacto detectado por las fuerzas de seguridad en el barrio de Zamalka.

Por una vez las contramedidas funcionaron, «pero el enemigo seguirá intentándolo y volverá a hacer daño, es imposible frenar a un suicida al que han lavado el cerebro prometiendo con la promesa del paraíso», lamenta un joven estudiante de Bab Touma.