Un joven salta con su monopatín sobre una barrera de neumáticos y contenedores en llamas en una calle de Beirut. :: WAEL HAMZEH / EFE
MUNDO

Brahimi negocia otro alto el fuego

El enviado especial de la ONU busca retomar el camino del diálogo emprendido por Annan en un país asediado por las bombas

DAMASCO. Actualizado: Guardar
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Lajdar Brahimi conoció el nuevo Damasco, una ciudad donde la situación se va deteriorando día a día. La amenaza de nuevos atentados ha llevado a las autoridades a cerrar numerosas calles y moverse en la capital se ha convertido en una tortura de atascos y puestos de control. El enviado especial de la ONU y la Liga Árabe dejó el hotel por la mañana para visitar al ministro de Exteriores, Walid Al Mualem. Un viaje que realizó con el sonido de fondo de la artillería cuyo objetivo ahora son ciudades del extrarradio como Duma y Harasta. Brahimi quiere lograr un alto el fuego temporal durante la fiesta del Eid, que comienza el jueves, pero sobre el terreno esta petición parece ciencia ficción.

Tras la cita en Exteriores el ministerio emitió un comunicado en el que detallaron que el objetivo de la reunión fue analizar «las circunstancias objetivas para cesar la violencia por parte de cualquier parte» y estudiar el modo de «propiciar la atmósfera para lanzar un diálogo más amplio entre los sirios, lo que es visto por el Gobierno como el único camino para salir de la situación actual lejos de cualquier intervención extranjera». Una declaración de intenciones que no concreta la luz verde o no de las autoridades a la propuesta del cese temporal de la violencia.

Por la tarde llegó el turno para reunirse con figuras de los grupos políticos de la oposición nacional como el abogado Hasan Abdul Azim, uno de los opositores históricos al régimen. Fue la segunda y última cita de Brahimi antes de recluirse en el hotel Dame Rose, que fue también el cuartel general de los cascos azules y está situado entre dos dependencias militares que han sufrido atentados. En las próximas horas está previsto que el diplomático argelino se entreviste con el presidente Bashar Al Assad.

No muy lejos del hotel, a las puertas de la Ciudad Vieja, Damasco vivía un espectáculo inusual. Debido a los enfrentamientos en la autopista de circunvalación que une la capital con Homs las fuerzas del orden cortaron el tráfico y la ciudad estaba literalmente colapsada por camiones, autobuses y coches. El caos se apoderó de las calles y junto a los policías de tráfico desbordados, miembros del Ejército trataban de poner un orden imposible. «Quieren Damasco y el régimen sabe que aquí se juega su supervivencia, por eso está luchando con todos los medios», confesaba un funcionario cristiano jubilado en el barrio de Bab Touma, en la Ciudad Vieja.

Desde su balcón el ruido del tráfico se mezclaba con los cañonazos y los gritos de ira de una procesión fúnebre que despedía a un joven del barrio asesinado de un tiro en la nuca por colaborar con las fuerzas armadas. La guerra tiene muchas formas en Siria y 19 meses de odio hacen que la posibilidad de un alto el fuego temporal no exista en la cabeza de la mayoría de los ciudadanos.