«En este país sobran los listos»
«Los delincuentes con placa son los peores», denuncia el escritor, que ganó con otra de intriga de sus 'picoletos' Bevilacqua y Chamorro Lorenzo Silva Ganador del Premio Planeta
Actualizado: GuardarSon 17 años a vueltas con Virginia Chamorro y Rubén Bevilacqua. La pareja de guardias civiles, un clásico policial español, ha dado a Lorenzo Silva (Madrid, 1966) el premio más apetitoso con 'La marca del meridiano', séptima y 'planetizada' entrega de sus quijotescos 'picoletos'. Habla de corrupción policial y de fronteras éticas y geográficas. Tiende puentes entre Madrid y Barcelona, entre las que no «debe haber otra frontera que la imaginaria línea del meridiano de Greenwich» a la que alude el título.
-Sus 'picoletos' maduran como el buen vino.
-Son casi 20 años investigando crímenes, como testigos de lo que pasa en la sociedad española. Hemos envejecido. Ellos ascienden. Yo no. Tengo la obligación de creer que esta entrega es la mejor de la serie. La más completa, madura y la que habla de más cosas y profundiza más en los personajes.
-¿Qué reflejan sus pesquisas hoy?
-La realidad de una crisis económica y moral, con una serie de complejidades territoriales, antes que conflictos o querellas. Trabajan en toda España, que es un país complejo. En este caso en Cataluña. Se relacionan con la política catalana, con sus autoridades, con sentido de la complejidad antes que de problema. Saben que solo un esfuerzo de comprensión, cooperación y diálogo resolverá las cosas. Aparte del crimen, indagan en la crisis moral, pero no desde la superioridad de quien pretende sentirse ajeno, sino de quien se sabe copartícipe.
-Oportuno ahora que se piden fronteras en vez de puentes.
-Queremos ser una sociedad democrática. Su esencia es que cada cual piense, desee y defienda lo que quiera. Mi deseo es que entre Madrid, mi ciudad natal, y Barcelona, también mi ciudad, no hubiera nunca divisorias más allá del meridiano, una línea imaginaria, sin pasaportes. En la novela se dice que volar puentes llena más portadas que tenderlos. Volarlos es primera página; construirlos son años de trabajo callado.
-¿Sus civiles necesitarán visado para Cataluña?
-No creo. No me gusta hacer predicciones. No veo lo del visado ni quiero verlo.
-¿Qué vuelta de tuerca da a la serie con esta entrega?
-Bevilacqua baja a sus sótanos más profundos. No había pasado antes. Se implica a fondo en el asesinato de su maestro, que le enseñó cuanto sabe, y le remueve lo más hondo.
-¿Polis buenos frente a malos?
-No solo. Encierra un dilema y un discurso moral, no moralista, mediante personajes que entran en la vida de compañeros que juraron cumplir un deber y traicionan el juramento. No juzgan a los malos desde la superioridad moral. Están dentro del sistema, de la historia, y se han dejado algún jirón. Es una trama de delincuencia organizada que afecta al caso que les ocupa y otros que competen a la policía autónoma catalana con la que colaborán.
-¿Cuál es el dilema moral?
-Hay servidores del orden corruptos, vendidos, que colaboran con los malos. Son delincuentes con placa, que son los más peligrosos. La trama de corrupción pone sobre el tapete cuán peligrosos son estos tipos que sirven a su interés particular a través de seres despreciables. Son sicarios de aquellos de quienes deberían defender a la sociedad.
-Vila y Chamorro ¿son Holmes y Watson con tricornio?
-Antes pienso en Don Quijote y Sancho. Son la pareja capaz de sostener el diálogo de la humanidad entre el ideal y el pragmatismo. Esa contaminación en la que el idealista acaba más pragmático y el pragmático más idealista. Es la esencia de su relación. Releo a menudo el Quijote y cada vez lo veo más pertinente. Necesitamos personas que se crean ingenuas ante su deber. En este país nos sobran los listos. Hay muchos por metro cuadrado. Hemos visto que el resultado de muchos listos haciendo el listo a la vez es una catástrofe. Con más ingenuos que creyeran en su deber no estaríamos en este agujero.
-¿Tenemos remedio?
-Siempre. Estamos vivos, y eso quiere decir que lo tenemos. Si nos los creemos...
-¿Quién gana la partida entre idealismo y pragmatismo?
-Entre Chamorro y Vila, y también dentro de mí, se impone el idealismo. Definitivamente.
-¿No se deteriora la relación entre sus detectives?
-Se soportan bien. Están muy bien avenidos. Conocen todos sus pliegues y saben cómo chocar. Y en este caso la historia parte de un choque muy feo. Es una trama plagada de sorpresas en la que el crimen tarda en dar la cara y se enreda con la vida de Bevilacqua.
-¿Está más apegada a la realidad que las novelas anteriores?
-La realidad española es tan rica como interesante. Hay que contarla a pie de obra; no hablar de la prima de riesgo o el PIB. Hay cosas reales: a una chica le matan a su padre y no puede pagar una canguro un día y velarlo. El cuerpo aparecerá el mismo día en que ETA declara el fin de lucha armada y asesinan a Gadafi. La novela negra es buena para contar el tiempo que vivimos. Un tiempo de rebajas muy interesante en que se recobra la conciencia.