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La UE desoye a España y prevé retrasos en la unión bancaria
Los socios alimentan la incertidumbre y descartan aclarar en la cumbre del jueves el impacto de las inyecciones a la banca
BRUSELAS. Actualizado: GuardarLa UE empieza a asumir que la unión bancaria no estará lista a primeros del año que viene. España presiona para que se cumpla el calendario previsto y no se produzcan retrasos que inquieten a los mercados, pero en Bruselas ya se da casi por hecho que la empresa será imposible. Las reticencias de Alemania y el propio BCE, que asumirá la vigilancia centralizada de las entidades financieras, impedirán que en la cumbre de presidentes de esta semana se pueda avanzar de forma decisiva. El comisario de Mercado Interior, el francés Michel Barnier, admitió ayer las dificultades en las negociaciones y confió en que, al menos, se pueda cerrar «un acuerdo político» antes de que concluya 2012.
España exige una puesta en marcha urgente de la unión bancaria porque está vinculada con su salvavidas para sanear el sector. Los socios de la zona euro acordaron que la recapitalización directa de las entidades no será una realidad hasta la entrada en funcionamiento del supervisor común. En ese momento, el rescate de 100.000 millones solicitado por el Gobierno dejaría de lastrar las cuentas públicas tanto en términos de deuda como de déficit. La Comisión pretendía que el vigilante único empezara a funcionar a partir del 2 de enero hasta alcanzar la velocidad de crucero en 2014.
En la cumbre del jueves y el viernes los socios volverán a debatir el calendario de la integración bancaria. Se espera que todos ellos remarquen la importancia de avanzar con «urgencia», pero no al ritmo deseado por España. El comisario de Mercado Interior, que tras el verano presentó la propuesta para forjar el supervisor común, reconoce que habrá que ser flexible con los plazos. Ahora, su gran objetivo pasa por pactar la legislación necesaria antes de que acabe el ejercicio. Una vez acordada la normativa, el BCE calcula que necesitará más de un año para adaptar sus estructuras y comenzar a controlar el sector. El ministro de Exteriores , José Manuel García-Margallo, no tira la toalla y ayer subrayó que todo el entramado legal podría estar listo «con cierta rapidez».
Alemania es la principal responsable de que el proyecto se retrase. El Gobierno de Angela Merkel manifestó su oposición a distintas cuestiones desde el momento en el que Bruselas desveló su propuesta. En un intento por proteger su potente banca regional, Berlín quiere que la supervisión se limite a las entidades sistémicas y no a los 6.000 bancos de la zona euro. Fuera de la moneda única, algunos países con Reino Unido a la cabeza también han mostrado sus recelos. Temen que las legislación pactada por los 17 países de la divisa única les acabe afectando y se queden sin capacidad de defensa en el seno de la Autoridad Bancaria Europea, el organismo de toda la UE que se ocupa estrictamente de la normativa del sector.
Cuentas con el rescate
Con la unión bancaria al ralentí, los socios tampoco parecen tener prisa por aclarar el impacto definitivo de la recapitalización directa. Pese a las exigencias de España, que cuenta con el respaldo de Francia e Italia, todo indica que los detalles técnicos quedarán relegados hasta la cumbre de ministros de Economía de noviembre.
En cuanto al rescate, la UE descarta cualquier discusión en la cumbre. La tregua en los mercados favorece que el salvavidas no figure en la agenda, pero los comentarios no cesan. Ayer, el ministro de Economía italiano, Victor Grilli, se atrevió a hacer números de lo que le costaría a su país una ayuda extra para España. Roma, que confía en que Mariano Rajoy pida auxilio para que la presión sobre su deuda se relaje de rebote, calcula que un respaldo de 100.000 millones requeriría un esfuerzo del 1,5% de su PIB. El gobernador del Banco de Malta, que forma parte del consejo del BCE, alimentó más las especulaciones al apuntar que España «no debería esperar a que los mercados le pongan a prueba».
Grecia tampoco puede contar con grandes avances en la cumbre del jueves y el viernes en Bruselas. De momento, solo se prevé que los socios respalden los esfuerzos del Gobierno de Antonis Samaras, al que se le ve mucho más comprometido con los ajustes.