Artur Mas, durante el acto de proclamación de su candidatura, ayer, en Barcelona. :: MARTA PÉREZ / EFE
ESPAÑA

Mas hace del referéndum su principal promesa

Los obispos catalanes dan apoyo al proceso secesionista, aunque el 'president' ya advierte: «Llevará tiempo ser un Estado europeo»

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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Artur Mas ya es oficialmente el cabeza de lista de CiU a las elecciones catalanas del 25 de noviembre. Ratificado ayer por su partido, concurrirá por cuarta vez consecutiva como candidato a la Generalitat con un discurso que le ha permitido dejar arrinconado el debate sobre la idoneidad de sus políticas de ajuste: que Cataluña está ante un «momento histórico» y que votarlo a él es la garantía de que en la próxima legislatura habrá un referéndum soberanista.

Con un discurso de exaltación patriótica, el líder convergente se comprometió ante la plana mayor de su partido a actuar como servidor de la causa por «la libertad y la plenitud nacional de Cataluña» y aseguró que nada lo frenará: «La consulta -prometió- se hará en los próximos cuatro años».

El dirigente nacionalista incluso se molestó en hacer un relato prolijo de su 'hoja de ruta' en un intento de dar credibilidad a su propuesta. Así explicó que primero tratará de acordar con el Gobierno la convocatoria de la consulta bajo el paraguas de la legislación española. Y, si no es posible, trabajará por cambiar el marco legal español, recurrirá a la ley catalana de consultas que el 'Parlament' ha dejado a medias en esta legislatura o pedirá el amparo internacional.

Aunque aún no se sabe cómo se celebrará la consulta y es pronto para establecer la pregunta que se haría a la ciudadanía, el presidente de la Generalitat ya ha adelantado que se inclina por una cuestión del tipo: «¿Desea usted que Cataluña sea un nuevo Estado de la UE?», sabedor de que abandonar el marco comunitario asusta al electorado menos aventurista.

Pero para no defraudar expectativas -Bruselas ya se ha encargado de advertir de que un nuevo Estado se tendría que poner en la cola y solicitar una adhesión que no sería automática- avisó de que la consulta solo será el principio del camino y que, después, será necesario abrir una negociación que «llevará años», hasta que Cataluña llegue a convertirse en un nuevo Estado europeo.

A estas alturas, los nacionalistas saben que tienen que buscar el equilibrio que les permita capitalizar el auge independentista sin provocar el retraimiento de sectores que sienten aversión por la inestabilidad política. De momento, les funciona. Según las encuestas, arrancan la campaña rozando la mayoría absoluta. De ahí que tanto Mas como el líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida (que acabó su discurso con un «¡Visca Catalunya lliure!» inusual en su boca) no dudaran en cargar contra las declaraciones del ministro José Ignacio Wert, en las que abogó por españolizar a los alumnos catalanes.

Inmersión lingüística

«Ellos se piensan que nosotros debemos contar la historia de España tal como ellos la querrían explicar. En las escuelas enseñamos la historia de España como un Estado plurinacional, y no como una, grande y libre», afirmó Mas. Así, defendió el modelo catalán, el de la inmersión lingüística, como el único capaz de garantizar que todos los alumnos sepan la lengua catalana y no como un sistema que se dedica a la «formación del espíritu independentista».

En el día de la proclamación de su candidatura, por otro lado, Mas recibió un regalo inesperado. El obispo auxiliar de Barcelona, Sebastià Taltavull, dio un espaldarazo a su plan de soberanista al asegurar que la jerarquía ecelsiástica de Cataluña apoya la celebración de una consulta y estará al lado del pueblo catalán si opta por la independencia. Ahora bien, según matizó en Catalunya Radio, el apoyo se circunscribe a un proceso pacífico.