PAN Y CIRCO

VIEJOS FANTASMAS

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Sábado, once de la noche. Salgo del estadio con una sensación de decepción que me era familiar. No solo es perder, es cómo se pierde, es cómo se desarrolla el partido, es cómo se encuentra el césped del nuevo y espectacular estadio. Sentado en mi asiento y atento al partido, se me entrecruzan imágenes que creía olvidadas. 0-1 disparo muy lejano de Salva y el balón pasa por medio de muchas piernas y bate a un despistado Aulestia. En ese mismo momento, mis pensamientos me trasladan a la antigua grada de preferencia, con poquita gente a mi lado, viendo a cualquier equipo de turno... Motril, Novelda o Écija batiendo la meta de nuestro admirado Ángel Férez, de Rojas o de Armando. Un frío sudor recorre mi cuerpo cuando a balón parado, con más corazón que cabeza, Albentosa pone el empate y el equipo se viene arriba, trasladando mis pensamientos hacia esa otra portería de Fondo Norte, con su viejo cartel de Ferrovial presidiendo esa grada, donde Alberto Merino u otros muchos centrales celebraban sus goles contra Isla Cristina o Xerez. Pero, por desgracia, el sábado pasó lo inevitable, el gol de la victoria visitante conseguido por un isleño llamado Álex Rubio, que parecía que le iba la vida en este partido. Y mis ojos se volvieron hacia Fali Montes, Moncho o esos otros jugadores de aquí que venían a marcar, sí o sí, a Carranza y mirando al frente, entre la inmensidad de la nueva tribuna, se me entrecruzaba la vetusta grada, con sus pocos y fieles socios allí apostados silbando al equipo para que despertara del calvario que nos supuso a todos los cadistas la anterior etapa de nueve temporadas en Segunda B. Espero que la derrota del sábado sea una derrota puntual, un partido malo del equipo. Los fantasmas del pasado me sobrevuelan por la cabeza de una manera tan intensa que espero como agua de mayo una cura contundente, en forma de triunfo y buen juego, que hagan alejar esos viejos fantasmas que, de nuevo, sobrevuelan mi mente.