Sociedad

El progreso de España pasa por Greenwich

La Asociación para la Racionalización de los Horarios quiere que la sociedad tome medidas para una verdadera conciliación Adoptar el horario británico o portugués implicaría una mejora de la productividad y de la calidad de vida

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España vivía un momento complicado en 1942. Recién salida de una salvaje guerra entre hermanos, veía que el conflicto se había trasladado más allá de los Pirineos y asolaba media Europa. El régimen franquista se mostraba a la expectativa, jugando con los intereses de todas las partes. No escondía públicamente su germanofilia, aunque se negaba en redondo a que las tropas de la Wehrmacht entrasen en territorio español para conquistar Gibraltar. Por el contrario, y para no desairar a Hitler, Franco permitió que la División Azul fuera para la Unión Soviético en la macroinvasión preparada por el líder nazi. En este ambiente, algún dirigente español se le ocurrió una forma más bien original de demostrar el aprecio del pueblo español por el alemán. Decidió igualar el horario español al corazón -nazi- de Europa y así abandonar la hora de los aliados y la pérfida Albión. Una decisión que, entonces, a muchos les pudo parecer una tontería pero que con los pasos de los años ha tenido una «importancia capital para el desarrollo de nuestro país, tanto en el ámbito laboral como humano», asegura Nuria Chinchilla.

Esta catedrática y directora del Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE está convencida de que España debería volver a su horario original, es decir, al que marca el meridiano de Greenwich, que, por cierto, pasa por Valencia. Tendríamos, en este sentido, el mismo horario que los portugueses, dando unidad horaria a al Península Ibérica. «Es lo que se denomina un ritmo africaniano, o lo que es lo mismo, seguir el horario del sol: levantarte con él y acostarte cuando empieza a ser de noche», comenta la doctora. Esta adecuación a nuestra estrella vital, sencilla en la práctica ya que «bastaría que el Gobierno lo decretase», provocaría una rápida adecuación a los horarios europeos y un acceso casi inmediato a una conciliación familiar y laboral de verdad. «El almuerzo, por ejemplo, pasaría de ser a las dos y media o tres a la una y media o dos como muy tarde», apunta Chinchilla. «Tendríamos mucha más salud porque dormiríamos más. Ahora mismo descansamos dos horas menos que en el resto de los países europeos», apunta la doctora, conferenciante en la inauguración mañana del séptimo Congreso Nacional para Racionalizar los Horarios.

Estar y hacer

Con el lema 'Horarios, flexibilidad y productividad', este congreso que se celebrará en el Ministerio de Sanidad quiere incidir en la necesidad de que los políticos, los sindicatos y los empresarios se den cuenta de la necesidad de racionalizar los horarios. «No es lo mismo estar en el trabajo que trabajar», repite de forma constante Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional sobre esta materia. «Para nosotros sería una satisfacción que fuera el último congreso que celebrásemos», apunta con una sonrisa.

Porque en el mundo laboral español algo falla, según Buqueras. El trabajador nacional es el europeo que más tiempo se pasa en su puesto, 277 horas más, por ejemplo, que la media alemana. Sin embargo, nuestra productividad es una de las más bajas de toda la Unión Europea. «Conciliación e igualdad suenan a demagogia si no se tienen en cuenta los horarios», apunta Buqueras, que solo encuentra bondades a una racionalización de los horarios. Por ejemplo, subiría la natalidad española, que ahora es una de las más bajas del mundo. «Si los jóvenes están trabajando de nueve a nueve, ¿cómo van a tener niños?», comenta este impulsor de los horarios. Otras bondades: se reduciría el gasto corriente. Las facturas de luz, agua, aire acondicionado, calefacción o vigilancia privada verían sensiblemente disminuidas si las empresas o los edificios públicos cerrasen a una hora «normal». «Solo en España puedes ver las luces de un ministerio encendidas a las nueve de la noche. Eso no pasa en ninguna parte», explica Buqueras, que señala que ya hay empresas -como Iberdrola o el Santander- que han conseguido disminuir sus partidas de gasto gracias a unos horarios racionales. Una decisión que además les beneficia en sus negocios internacionales. «¿A quién encuentras a las seis de la tarde o a las siete en Bruselas, París o Londres?», indica Buqueras.