Sociedad

El grafiti, más allá de la pintada

Capitan Swing reedita en España 'Getting up', la obra de referencia sobre los orígenes del arte urbano

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El que no figura no existe. Este parece ser el principio por el que a comienzos de los años 70 cientos de jóvenes neoyorquinos decidieron plasmar su nombre o sus mensajes en los vagones y las paredes del metro. Así nacía el grafiti, considerado en sus principios como un acto de gamberrismo y que, cuatro décadas después es más que un modo de expresión que ha pasado, en sus obras más trabajadas, a ser una obra de arte y estar en los museos. El profesor de comunicación Craig Castleman fue el pionero en investigar el fenómeno en sus orígenes y en 1982 publicó 'Getting up', obra que establecía las líneas por las que se rige este modo de expresión. Ahora la editorial Capitán Swing Libros reedita en España 'Getting up. Hacerse ver. El grafiti urbano en Nueva York', un estilo de vida vigente y en expansión.

Eran los años 70. Vietnam no daba los resultados esperados para los contribuyentes estadounidenses. La crisis del petróleo acuciaba y la depresión social en Nueva York llevaba a los 'sin techo' a poblar las calles. Los españoles que viajaban a la capital de los rascacielos regresaban impactados por el «estado» de los vagones y los túneles del metro. Cientos de nombres, firmas y mensajes lo cubrían todo. Cantautores como Simon & Garfunkel se hacían eco en sus temas de los mensajes que dejaban «los poetas que escriben en las paredes el metro».

El prólogo de la actual edición de 'Getting up' fue encargado a Fernando Figueroa Saavedra, doctor en Historia del Arte y uno de los investigadores españoles más activos en la compresión y divulgación de este medio de expresión. Según el experto, este «fenómeno novedoso» y de «gran vitalidad» saltó el Atlántico a finales de los 70 y ya principios de los 80 se instaló en Madrid con «gran virulencia».

Su principal precursor fue Juan Carlos Argüello, muy conocido por los estudiosos del tema, pero más popular para los ciudadanos como 'Muelle'. Eran los momentos de la 'movida madrileña', toda una corriente cultural en la que el grafiti tuvo su espacio. Sin embargo, los sociólogos tuvieron que volver sus ojos a Estados Unidos para conocer, de la mano de Craig Castleman, lo que ocurría. Él fue quién difundió «el alma, el espíritu, las normas, las reglas de juego», según Figueroa Saavedra. En España, la incipiente democracia hacía que en el grafiti se entrelazara «la exploración de la libertad y la reconquista del espacio público».

Prueba de vivir

De esta manera Castleman fue un pionero al tratar el grafiti como un mensaje de que 'yo-existo', 'yo-estuve-aquí' o 'yo-soy-yo'. Trataba de ser «la prueba de vivir mediante el acto, la memoria de paso por la huella y la construcción de la personalidad mediante la autoafirmación de la identidad y la presentación de sí mismo», destaca el prologuista. Luego se sumaron otros valores como la travesura, la rebeldía, el riesgo o experimentar lo prohibido.

En 'Getting up', este profesor neoyorquino entrevista a los protagonistas de aquel incipiente fenómeno, contra el que las autoridades invertían entonces hasta 150 millones de dólares para eliminarlo de paredes y vagones. Y es que en 1972, las llamadas pintadas de Nueva York se convirtieron en un asunto de índole política, tras la aparición del misterioso mensaje: 'Taki 183'. El mismísimo The New York Times liberó a uno de sus reporteros para que investigase el tema.

Castleman habla con grafiteros, agentes del Departamento de Policía de Tránsito, cargos públicos y empleados de la Autoridad de Transporte Metropolitano de Nueva York. El objetivo es introducir al lector en el grafiti y eliminar lo que se interpretaba como «una de las peores formas de contaminación que hemos de combatir».