ESPAÑA

El PP ansía un triunfo de Feijóo en Galicia para tranquilizar a sus barones díscolos

Un revés electoral, unido a las protestas en la calle, podría provocar un distanciamiento entre los presidentes regionales y Rajoy

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Si se confirman los vaticinios de las últimas encuestas, Alberto Núñez Feijóo puede romper la tendencia política reinante en Europa y lograr que la crisis económica no tumbe sus aspiraciones a la reelección. Salvando las distancias, el candidato del PP a la Xunta de Galicia puede triunfar donde fracasaron líderes aparentemente tan sólidos e ideológicamente opuestos como el conservador francés Nicolas Sarkozy, el socialista portugués José Socrates o el italiano Silvio Berlusconi. Los sondeos apuntan a que Feijóo mantendrá su mayoría absoluta, pero nadie en el partido se fía después del batacazo en Andalucía, donde todas las prospecciones sociológicas publicadas durante dos años garantizaban el poder a Javier Arenas, algo que finalmente no ocurrió. «De momento no tenemos ningún voto, no tenemos ninguna mayoría, los votos solo se consiguen en las urnas el 21 de octubre», recalcó ayer mismo Feijóo.

Toda la dirección nacional del PP mira a Galicia con inquietud. Un revés electoral de Feijóo -nadie duda de que será el candidato más votado, pero preocupa que no logre la mayoría absoluta- puede incrementar las dudas que atesoran algunos presidentes autonómicos del PP sobre la acción de Gobierno de Mariano Rajoy. Titubeos que, incluso, se han transformado en críticas públicas y directas a decisiones como la subida del IVA o el reparto de la exigua inversión que incluye el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2013. «Si Feijóo no gobierna, algunos de nuestros compañeros intentarán marcar distancias con Moncloa para evitar quemarse», explica un miembro del Ejecutivo.

Tampoco ha pasado inadvertido para los barones populares más díscolos la estrategia electoral seguida por el PP de Galicia, en la que se observa una clara intención de distanciarse de los ajustes y los incumplimientos de promesas electorales de Rajoy para centrarse en lo gallego. Incluso, y para sorpresa de más de un compañero de partido, orillando las siglas y el logotipo de la formación que fundó Manuel Fraga. Y para rematar, un eslogan que no deja lugar a dudas: «Galicia lo primero». Antes del pistoletazo electoral se puso en tela de juicio hasta la conveniencia de que Mariano Rajoy participará de manera activa en la campaña. No se trataba, matizan los populares gallegos, de ningún temor a que la evidente caída de popularidad de Mariano Rajoy -la mayor sufrida por un presidente español en los primeros nueve meses de mandato- lastrase las aspiraciones de Feijóo. Se trataba, abundan desde Galicia, de un ataque preventivo ante la anunciada táctica de sus rivales, especialmente PSOE y BNG, de intentar convertir estos comicios en un referéndum sobre las políticas de ajuste del Gobierno central.

Rajoy, finalmente, desafiará incluso a su intensa agenda internacional para volcarse en su tierra. De hecho, el presidente acelerará al máximo su estancia en Bruselas, donde participará los días 18 y 19 en un decisivo Consejo Europeo, para estar en el cierre gallego.

Discurso único

Desde Génova se insiste en que el PP mantiene un discurso único en toda España, pero en los últimos meses ha quedado patente que esta unanimidad se resquebraja. «No siempre tengo que estar de acuerdo con lo que diga mi partido, sobre todo si no beneficia a mi comunidad autónoma», comenta uno de los once presidentes autonómicos del PP.

Las quejas públicas de los presidentes de Extremadura, Valencia, Islas Baleares y Aragón a los Presupuestos Generales del Estado de 2013 han plasmado este descontento. Una acritud que quedó soslayada por la imagen de unidad que se ofreció en la pasada Conferencia de Presidentes, aunque el malestar aún persiste. «Lo que no puede ser es que Cataluña vuelva a repetir su juego y presione con el soberanismo para recibir más que el resto de las comunidades», advierte uno de estos barones. También se han hecho patentes otras divergencias, sobre todo en materia de impuestos. Extremadura cuestionó el IVA y Castilla y León recupera el de sucesiones y donaciones, uno de los tributos contra los que más ha arremetido Rajoy.