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«Algún día le darán un premio»

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Paolo Gabriele afirmó ayer que al robar papeles privados del Papa actuó por amor a la Iglesia, pero su abogada, Cristiana Arru, fue aún más allá. Esgrimió objeciones técnicas contra la acusación, como que el registro de la casa de su cliente se hizo sin guantes y sin un inventario del material secuestrado, y también pidió dejar el delito en apropiación indebida, lo que significaba la absolución.

Sin embargo, su principal argumento en defensa de Gabriele fue su móvil: actuó «empujado por una fe profunda y altas razones morales, una motivación moral que espero que algún día será reconocida y premiada», llegó a decir. En su opinión, el acusado «no tenía voluntad de dañar a la Iglesia» y repitió que lo hizo porque pensaba que el Papa estaba mal informado por sus colaboradores. «El suyo es un acto condenable e ilícito, pero se ha visto obligado por el mal que veía», concluyó.