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Rajoy y Rubalcaba miden su desgaste en la campaña de los comicios gallegos
Los dos grandes partidos tienen la oportunidad de contrastar el 21 de octubre sondeos adversos
MADRID. Actualizado: GuardarLa historia se repite aunque las posiciones de sus protagonistas estén hoy invertidas. Galicia vuelve a ser el termómetro de la política nacional apenas tres años y medio después del triunfo electoral de Alberto Núñez Feijóo, una victoria por los pelos que sirvió para rearmar a Mariano Rajoy y supuso la primera estocada seria para José Luis Rodríguez Zapatero, hasta entonces ungido por una supuesta 'baraka'. La campaña electoral que arrancó esta medianoche, en paralelo con la de los comicios vascos, tendrá su propia lectura en clave autonómica pero, como aquella, pone a prueba la resistencia del jefe del Ejecutivo en plena debacle económica y la solvencia, en este caso, del debilitado PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba.
Los socialistas son moderadamente optimistas, pero no se llaman a engaño. En la dirección del partido saben que no pueden aspirar a mejorar el resultado con el que Emilio Pérez Touriño se despeñó en 2009 y puso fin al primer gobierno de signo progresista (PSdeG-BNG) que había tenido nunca Galicia. Su única posibilidad es, y lo admiten abiertamente, «que Feijóo pierda». Y ni siquiera en ese caso las tienen todas consigo porque ahora el voto está más fragmentado y han aparecido actores nuevos.
José Manuel Beiras, ahora al frente de la coalición entre Esquerda Unida y Anova, puede arañar un puñado de escaños y tanto Mario Conde como UPyD resultarán decisivos, aunque queden fuera del Parlamento, a la hora de distribuir las actas. A eso hay que añadir una clara desventaja para el principal partido de la oposición: el bajo grado de conocimiento de su candidato, Pachi Vázquez. Rubalcaba -que se ha pasado los últimos meses aferrado a los resultados de Andalucía y Asturias como respuesta a los decepcionantes sondeos que cuestionan su empuje- se juega ahora la credibilidad de su discurso y tiene intención de volcarse en la campaña. Hoy estará en Vilalba (Lugo) y Silleda (Pontevedra), el sábado en Viveiro (Lugo) y Ferrol; y en total sumará una decena de actos en quince días.
Lastre electoral
Mientras, la dirección nacional del PP pretende evitar que las elecciones gallegas y vascas se conviertan en un plebiscito sobre su líder. Feijóo calibra las consecuencias electorales de orillar la 'marca' Rajoy, decisiva en los comicios autonómicos de 2011 y vista ahora como un lastre para sus aspiraciones de reelección. Como en el PSOE, nadie duda en la dirección del PP de la victoria. El problema es que lo único que realmente garantizaría el Gobierno gallego es la mayoría absoluta, y en los últimos comicios el PP la logró por muy pocos votos y un escaño.
Más allá de la anécdota del cartel electoral del PP gallego, que prescinde de las siglas y el logotipo del partido que fundó Manuel Fraga, lo cierto es que Feijóo lleva meses marcando territorio, intentando trufar su propio discurso en el argumentario popular. «No siempre tengo que estar de acuerdo con lo que diga mi partido», soltó el pasado lunes durante un desayuno informativo en el que estaba presente Rajoy. De hecho, la Xunta de Galicia es la única comunidad gobernada por el PP que se ha rebelado contra la iniciativa del Ministerio de Sanidad de cobrar la atención médica a los inmigrantes sin papeles.
Feijóo ha pactado incluso con Rajoy coincidir en el menor número de mítines posible, aunque la justificación del partido es que, de esta manera, ambos líderes pueden abarcar un territorio mayor.
Hay nervios y todo está en el aire. El poderoso barón popular ha embridado cualquier atisbo de euforia para que no se vuelva a repetir lo que en clave interna denominan 'el efecto Andalucía', es decir, que no harán pública ninguna de las encuestas que tienen en su poder y que vaticinan una victoria de Feijóo más holgada incluso que la que obtuvo en 2003. Los populares entienden que los sondeos que otorgaban, por unanimidad, la victoria a Javier Arenas provocaron un efecto desmovilizador del centro-derecha que provocó la pérdida de la mayoría absoluta en Andalucía.
Aquel episodio dio un inesperado balón de oxígeno a Rubalcaba -aunque a quien realmente reforzó fue al presidente del PSOE, José Antonio Griñán- y un resbalón en Galicia, feudo popular, sería recibido con alborozo por los socialistas que ya dan por descontada la pérdida de poder en el País Vasco -hay que tener en cuenta que el PSOE sólo gobierna en tres autonomías-.
El PP se juega menos en Euskadi. Antonio Basagoiti sabe que será el cuarto candidato en número de votos, por detrás de PNV, EHBildu y PSE. La única duda es si conservará su actual representación o perderá escaños, en parte, por las dudas que el 'caso Bolinaga' haya podido generar entre los votantes más conservadores.