Angela Merkel visita ayer el centro Fraunhofer de biotecnología en Leuna (Alemania). :: THOMAS PETER / REUTERS
Economia

Alemania prefiere más ajustes que un salvavidas urgente para España

Berlín intenta esquivar la ayuda porque las elecciones están en el horizonte y el debate sobre la ayuda del BCE no se apaga

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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El rescate de España no solo depende de que Mariano Rajoy dé un paso al frente. El Eurogrupo, guardián del fondo de emergencia, tendría que respaldar casi por unanimidad una eventual petición. Y, de momento, esta segunda parte de la ecuación no está clara. Alemania, Holanda y Finlandia consideran que existe margen para esquivar el salvavidas si el Gobierno español sigue apretando los dientes con los ajustes y reformas. A juicio de este trío, que la semana pasada se reunió en Helsinki, la «clave» para recuperar la confianza de los mercados pasa por acelerar los cambios estructurales porque los rescates solo son un elemento «suplementario».

Los tres, que tienen una importancia capital en la zona euro al conservar un 'rating' de triple A, siempre han mostrado su recelo hacia los salvavidas. Su tesis es que no hay ninguna receta mágica para calmar a los parqués más allá de trabajar duro con los ajustes y cumplir los compromisos en materia de reducción del déficit. En el caso de España, los ministros de Finanzas del grupo aseguraron tras su cita en la capital finlandesa que debía centrarse «especialmente» en sacar adelante «el programa nacional de reformas». El Gobierno atendió la semana pasada a esta recomendación con la aprobación de 43 medidas que se aplicarán en los próximos meses.

Alemania, Holanda y Finlandia comparten diagnóstico para salir de la crisis, pero también las mismas dificultades internas para ayudar a sus socios. Los tres gobiernos tendrían que acudir a sus parlamentos para aprobar el rescate de España. El trámite no resulta nada sencillo porque cuentan con detractores hasta en sus propias filas. Esta situación explicaría el rechazo a un inminente salvavida.

En estos países no se olvida que hace solo unos meses ya se tuvo que articular una primera ayuda de 100.000 millones para sanear la banca. El rescate resultó impopular porque implica rascarse el bolsillo, aunque se criticó con dureza que el destinatario fuera el sector financiero. «Quiero ver a los accionistas sangrar», llegó a espetar un diputado holandés.

La situación más delicada emerge en Alemania, que en la práctica cuenta con capacidad de veto ante la petición de un rescate. La coalición de Angela Merkel vive con tensión cualquier votación de un salvavidas en el Bundestag por el riesgo de fractura interna. Varios diputados de la alianza de conservadores y liberales siempre se pronuncian en contra, lo que deja al Ejecutivo en manos de la oposición. Con estos antecedentes, la canciller apuesta por demorar una nueva ayuda a España al menos hasta que se cierren otros frentes abiertos como el de Grecia y Chipre. En ambos casos, es probable que necesiten auxilio y se podrían unir al rescate español para una sesión conjunta en el Parlamento.

Peligroso rival

Merkel tiene que medir con cautela las votaciones cruciales porque las elecciones se celebran dentro de un año. Además, los socialdemócratas ya han elegido a su rival y la campaña estará monopolizada por la situación en la zona euro. El aspirante del SPD será Peer Steinbrück, antiguo ministro de Finanzas que se ganó una gran credibilidad por su respuesta ante el crash financiero de 2008. La canciller también está obligada a calcular cada paso porque en su país siguen dándole vueltas al plan de compra de deuda del BCE. Si España pide el rescate sería precisamente para cumplir las condiciones del banco central, que exige una solicitud expresa de ayuda para volver a intervenir en los mercados.

Los alemanes, que confían ampliamente en el Bundesbank, temen que la adquisición de bonos desborde el mandato del BCE y le impida controlar la inflación. Los artículos sobre la legalidad de la medida no cesan en la prensa germana y no se descarta que el Tribunal Constitucional acabe pronunciándose. Con este clima, un rescate inminente resultaría difícil de gestionar pese a las presiones de otros socios. Francia e Italia quieren que España pida auxilio cuanto antes para que haga de cortafuegos. La Comisión comparte esta opinión, aunque introduce el matiz de la intervención preventiva. Si se actúa, ahora con los parqués en calma, será mejor que con una nueva oleada de peligrosas turbulencias.

La UE trabaja para blindar el euro. Ayer se retomó la cuestión de la regulación bancaria. Liderados por Erkki Liikanen, gobernador del Banco de Finlandia, varios expertos presentaron a la Comisión un informe en el que recomiendan separar algunas actividades de inversión de alto riesgo de la banca tradicional. A diferencia de EE UU y Reino Unido, no se apuesta por una diferenciación completa.