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La herida sigue abierta en Irak

La última oleada de coches bomba provoca el mes más sangriento de los últimos dos años

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Casi un año después de la salida del último soldado estadounidense del país, Irak sigue sin librarse de la pesadilla del terrorismo. Tras la última oleada de coches-bomba, septiembre se ha convertido en el mes más sangriento de los últimos dos años con 365 muertos y 683 heridos. Según los datos hechos públicos por los ministerios de Defensa y Salud, un total de 182 civiles, 88 agentes de Policía y 95 soldados perdieron la vida en unos ataques cuyos objetivos más frecuentes han sido las fuerzas de seguridad y los barrios y centros de peregrinación de la secta chií, mayoritaria en el país y en el poder desde el derrocamiento de la caída de la dictadura.

El domingo, 32 personas murieron y más de cien resultaron heridas a causa de los coches bomba que explotaron a lo largo de todo Irak. Este tipo de ataques múltiples se produjo también los días 8 y 9 de septiembre matando a 88 personas e hiriendo a 400, según los datos oficiales que sirven para recordar a la comunidad internacional la herida abierta en el país árabe tras la invasión de 2003. El grupo Estado Islámico de Irak, brazo de Al-Qaida, anunció el inicio de una nueva ofensiva el pasado mes de julio y está cumpliendo con su amenaza.

Frontera caliente

A la inestabilidad en la que vive sumido Irak desde hace una década hay que añadir la situación de Siria, con quien comparte 600 kilómetros de frontera. El carácter de guerra santa contra la jerarquía alauita -grupo derivado del chiísmo al que pertenece el presidente y la cúpula de un régimen que mantiene correctas relaciones con Bagdad- que algunos grupos extremistas suníes le han dado a la revuelta tiene efectos más allá de los propios límites del país.

Tras la retirada de Estados Unidos en diciembre, la curva de violencia era descendente, pero estas últimas acciones vuelven a poner sobre la mesa la fragilidad del nuevo Irak. Los datos económicos del país avanzan a buen paso gracias a la recuperación del sector petrolero, que por primera vez en su historia ha superado al vecino Irán. Los casi tres millones de barriles diarios son un motivo para la esperanza entre unos ciudadanos acostumbrados a convivir con la violencia y que nueve años después de la caída del antiguo régimen siguen con problemas de electricidad y agua corriente en sus casas.

La actual administración está en manos de fuerzas chiíes y kurdas, que no parecen dispuestas a responder a la provocación de unos atentados que podrían volver a destapar el baúl de los conflictos entre sectas y frenar en seco el auge del petróleo.