El periodista Ricardo Ravelo, autor del libro 'Narcomex'. :: R. C.
Sociedad

«La policía en México se ha convertido en algo parecido a un cártel»

La editorial Debate publica 'Narcomex', una crónica sobre el poder del narcotráfico y su infiltración en el tejido político y social del país norteamericano Ricardo Ravelo Periodista

MADRID. Actualizado: Guardar
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En un país donde «el 80% del territorio está controlado por redes criminales o por autoridades vinculadas de algún modo al crimen organizado», como afirma el periodista Ricardo Ravelo, hay muchas cosas que contar. Y todas forman parte de una guerra que no parece acabar nunca, la batalla contra el narcotráfico. Por eso este experto en el tema publica ahora su sexto libro, 'Narcomex. Historia e historias de una guerra', una crónica de un fenómeno delictivo que es considerado como un estado dentro del estado.

-Cuando en 2006 el presidente mexicano Felipe Calderón comenzó a combatir frontalmente el narcotráfico había 6 cárteles. Hoy hay 14. ¿Cómo se explica?

-Esa es la gran pregunta: ¿Qué es lo que combatió? Porque además la mayor parte de esos cárteles cuentan con una fuerte presencia no solo en México sino en Centroamérica y Sudamérica. Y dos de ellos, los Zetas y Sinaloa, ya han logrado establecer contacto con organizaciones europeas. Por ejemplo, los Zetas están ligados a la organización italiana de 'Ndrangheta. Y Sinaloa ha logrado escalar tanto que tiene presencia en 50 países del mundo y su jefe, el 'Chapo' Guzmán, está considerado como el más violento y buscado del mundo. Esa es la gran paradoja de la guerra, que lejos de que se haya combatido a los grupos criminales estos parece que se fortalecieron y se internacionalizaron. Mientras el Estado mexicano tomaba medidas como implementar la fuerza o aumentar el número de militares en zonas conflictivas, el narcotráfico respondía con más corrupción y más violencia. ¿Por qué? Porque disponían de sus capitales, nadie les quitaba nada. Hoy se trata de pegarle al nervio financiero del narcotráfico, que es lo que permite que los grupos se mantengan de pie.

-¿Cambiará la estrategia con el nuevo presidente, Enrique Peña Nieto?

-Peña va a continuar con lo mismo que Calderón, lo que va a cambiar un poco ahora es que finalmente se tendrá que reestructurar a toda la policía mexicana para que paulatinamente el ejército pueda ir abandonando las calles porque la medida de uso del ejército es inconstitucional.

-Por lo que se lee en su libro, hacer una buena limpia en la Policía sería fundamental, ¿no?

-Sí, porque curiosamente la Policía se ha convertido como en un cártel más. Antes del 2000 los grupos criminales tenían presencia regional. Después, como se acabó la hegemonía del llamado Partido de Estado, el narcotráfico dejó de negociar con un poder central, se diseminaron por todas partes y pactaron con toda autoridad que les garantizara impunidad. En ese enjuague entraron gobernadores, presidentes municipales, comandantes de policía. y todos les garantizaban ciertos cotos de impunidad territoriales. En consecuencia, la Policía se fraccionó en la medida en que empezaron a surgir más grupos criminales, porque el narcotráfico, para poder operar, necesita protección oficial y esa, primero que nada, la da la Policía. De hecho, hubo casos muy sonados de grupos policiacos que llegaron a tener dos nóminas: la del estado y la del narcotráfico.

-Luego está la crisis del sistema penitenciario...

-Es parte del gran problema de corrupción. Las fugas de los penales en México ya parecen un deporte nacional. Las cárceles en México son como pueblos cautivos, hay hacinamiento, con lo que no pueden rehabilitar y se siguen descomponiendo. Cuando el narcotráfico necesita apuntalar ciertas plazas va a una cárcel y por la fuerza obliga a las autoridades a sacar a los presos que necesita llevarse. Esta modalidad la utilizan mucho los Zetas. Este problema es una bomba de relojería para el nuevo presidente, porque la descomposición es tremenda.

-Hay dos cárteles que son los más poderosos, Sinaloa y los Zetas. ¿Cómo actúa cada uno?

-En términos muy generales las formas de operar de las organizaciones criminales desde hace 20 años hasta la fecha han cambiado mucho. Se han roto lo que llamaban 'reglas de oro, que eran, entre otras, respetar a la familia o que todos los grupos se llevaran bien. Pero eso se acabó y hoy todos son rivales. Sinaloa es un cártel muy longevo y desde que surgió se caracterizó más por la negociación. Son más dados a corromper, aunque también ejercen la violencia cuando es necesario. Los Zetas, sin embargo, no tienen en su código la negociación. Es un grupo que surge con elementos de un cuerpo de élite del ejército mexicano creado en 1997 para combatir al narcotráfico y que el cártel del Golfo enganchó e incorporó como cerco protector del capo Osiel Cárdenas. Hoy, convertidos en un cártel, demuestran su poder con verdaderos baños de sangre y métodos como la decapitación o el descuartizamiento.

-En el capítulo dedicado a Raquenel Villanueva, la «abogada blindada» a la que mataron en Monterrey tras cuatro intentos fallidos, menciona los narcocorridos. ¿Cómo esa esa cultura que rodea al narcotráfico?

-Con el narcocorrido te diré que hay ciertos capos que han pagado a los grupos musicales para que les compongan su propio corrido. De hecho, casi todos tienen su narcocorrido. Es una leyenda más. Pero ahora eso está prohibido, tanto escucharlos como componerlos, porque no se puede hacer apología del crimen mediante la música.

-¿Por qué les interesa?

-Es una de las formas que ha usado el narcotráfico para lograr identificación social entre la gente, y esa parte les importa mucho, tanto como la protección del poder. Por eso también construyen escuelas, dan dinero a los necesitados, ayudan a los enfermos. para convertirse en benefactores sociales y así tener otra protección más, la de que los beneficiados guarden silencio cuando se les busca.