Ahmadineyad hace la señal de la victoria minutos antes de su intervención. :: JASON SZENES / EFE
MUNDO

Ahmadineyad pasa de puntillas por la ONU

El líder iraní muestra su cara más amable en un discurso en el que no se olvida de los «sionistas incivilizados»

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Los diplomáticos de la Asamblea General de la ONU estaban ayer listos para abandonar la sala, como hacen cada año cuando Mahmud Ahmadineyad propone arrasar Israel o insulta a Estados Unidos, pero en su última intervención ante la ONU el presidente iraní optó por la mística. Al final de sus 35 minutos, los que no habían encontrado motivos para levantarse se miraban atónitos.

Algunos, como EE UU, habían decidido boicotearlo anticipadamente sin presenciar su discurso en protesta a las declaraciones que había hecho el lunes pasado. Israel hubiera hecho lo mismo de no ser porque ayer era el día del redención para los judíos, 'Yon Kipur', que les impedía asistir en cualquier caso. En los pasillos de la ONU se especulaba con que Ahmadineyad se había autocontrolado debido a su papel actual de presidente del Grupo de los No Alineados, que integran 120 países.

Aunque reprimiese las provocaciones habituales, el presidente iraní, a punto de agotar su octavo y último año de Gobierno, no pudo evitar soñar en voz alta con un mundo «libre del dominio sionista» y la «arrogancia de las grandes potencias» en el que no hubieran ocurrido los trágicos eventos del 11-S, ni Estados Unidos hubiera invadido Afganistán, causando la muerte y el sufrimiento de miles de personas, ni asesinado a Osama bin Laden y tirado su cadáver al mar, en vez de juzgarlo ante el pueblo estadounidense. «Imagina qué agradables y placenteras serían entonces nuestras vidas y qué bonita la historia de la humanidad», suspiró al término de su larga letanía. Había, eso sí, una advertencia para los «sionistas incivilizados que esgrimían una acción militar» contra su gran país, así como la necesidad de crear un nuevo orden mundial para enfrentar los problemas que el capitalismo no ha sabido atajar.

Tres turnos después le siguió en la tribuna uno de los pocos presidentes que había escuchado en vivo su discurso, Mohamed Mursi. El miembro de los Hermanos Musulmanes se presentó al mundo como el primer presidente egipcio civil elegido libre y democráticamente, lo que le dio la autoridad moral para responder a los reproches que le había lanzado Barack Obama la víspera y a exponer su visión sobre una región en llamas.

Mursi criticó con dureza los ataques contra el profeta Mohamed que aparecen en un vídeo grabado en EE UU y subido a la web. El mandatario egipcio prometió defender el derecho a la libertad de expresión siempre y cuando no ataque a otras religiones, un límite que se deberá aplicar «especialmente cuando tienen grandes implicaciones para la paz y la estabilidad internacional». Desde su punto de vista, el polémico vídeo sobre 'La Inocencia de los Musulmanes', que ha costado la vida a medio centenar de personas, es parte de una «campaña de islamofobia» contra la que busca apoyo internacional. «Todos tenemos que trabajar juntos mano a mano para rechazar y enfrentar a los extremistas».

«Vergonzoso»

Quienes protestaban contra él en la calle pensaban que el extremista era él, pero Mursi no les daba crédito en su agenda internacional, dominada por el «vergonzoso» problema palestino en el que se han incumplido tantas resoluciones de la ONU y la masacre en Siria, que considera «la gran catástrofe de nuestra era». Su promesa es «no descansar» hasta que ese país árabe conozca la paz, pero se manifestó abiertamente en contra de una intervención militar y no propuso ideas concretas para destrabar el conflicto en el que han muerto ya 30.000 personas. «Siria es responsabilidad de todos».

Mursi también tuvo palabras para Sudan, «que no ha recibido la ayuda que necesita», Somalia, «que está haciendo progresos con la elección de Hassan Sheikh Mohamoud», y África en general. El nuevo presidente egipcio defendió el derecho a la energía nuclear con fines pacíficos de todos los países, «incluyendo Egipto», pero reclamó la obligación de demostrar que se utiliza con fines pacíficos a satisfacción de todos. El mensaje era para Irán, que bloquea el trabajo de los inspectores de la ONU, pero Israel también tuvo el suyo. Mursi advirtió de que con la primavera árabe se han acabado las intervenciones de otros países e hizo votos de no permitir vecinos que no sometan a las condiciones antinucleares del Tratado de no proliferación, que Israel se niega a firmar.

Con este relevo de líderes en la tribuna y en Oriente Próximo quedaba claro que el nuevo orden mundial trae consigo personajes que no encajan en los moldes tradicionales, dispuestos a proporcionar nuevos retos a la diplomacia de Naciones Unidas.